Los alcaldes de nuestras ciudades deben poner más atención en aquellas cosas que más mortifican o dañan a la sociedad. Y como los recursos son limitados, deben planear la mejor manera de hacer las cosas, con eficiencia y efectividad, ya que están frente a diversos factores que dañan la convivencia de nuestros ciudadanos.
La semana que viene inician las clases en nuestras escuelas, después de un año de encierro, y los actores principales son niños y jóvenes con deseos y energías suficientes para encender de entusiasmo y clamor todo el ambiente nacional, y ojalá que así sea, y que nuestros educadores y padres sepan administrar todas estas energías para que sea en beneficio de la salud y la educación de nuestros futuros ciudadanos.
Pues bien, a pesar de la pandemia, nuestras vías son un martirio. Muchos vehículos, conductores imprudentes y vías estrechas y mal diseñadas hacen un infierno nuestras calles, con el saldo de ser las causas de mayores muertes, heridos y daños materiales que sobrepasan las estadísticas de cualquier otra calamidad del país, costándonos una fortuna que haría mucho bien invertido en otras áreas.
Comienzan las clases y el caos será menos divertido.
Dicho esto, ¿por qué nuestros responsables en las alcaldías del país y en el gobierno central, no ponen su ingenio, su voluntad y un poco de recursos para buscar reducir si no solucionar esta terrible pandemia que causa más muertes que la propia pandemia del Covid? Cuando es muy real que las malas acciones de nuestros conductores pueden convertirse en ingresos para los gobiernos locales, entre otras medidas que facilitarían un mejor comportamiento de nuestros ciudadanos.
Tenemos un problema muy mortificante. Los que pretendemos cumplir las leyes y reglas, siempre salimos afectados, ya que al hacer una fila los imprudentes se nos van por la derecha y se nos cruzan delante, deteniendo las filas que se han formado, también tenemos que los que no nos parqueamos en las aceras o áreas verdes, o que no nos metemos en vía contraria, perdemos tiempo y recursos buscando cumplir nuestras responsabilidades.
Ya antes había escrito sobre el tema, y todos los días se hace más urgente, porque el tránsito, y sobre todo en las calles del gran Santo Domingo y Santiago, es más caótico y crea conflictos y estrés que perjudica la buena convivencia de la ciudad, sin que veamos ninguna alcaldía con un buen plan para disminuir este terrible mal que sufrimos día a día, cuando tienen la oportunidad de convertir la mala conducta ciudadana en dinero para resolver problemas.
A todos aquellos ciudadanos vulgares, violadores, imprudentes etc. se les hace la vida más llevadera a costa del derecho de los demás que intentamos ser buenos ciudadanos. Pero la falta de consecuencias nos motiva a todos a violar las leyes y reglas de transito, y es lo que va haciendo insoportable moverse con facilidad en nuestras calles. Las alcaldías pueden convertir la mala conducta en recursos, y obtendremos beneficios por doble vía. Manos a la obra.