El agradecer es una de las ventanas de conexión para la abundancia, los regalos del universo, pensar bien, sentir bien y creer que todo obra para bien, aún en nuestra creencia de que lo que estamos viviendo no es grato.
Nos toca dar y también recibir, aunque no hagamos una acción. El dador alegre, ya a la vez está recibiendo, pues su intención es brindar algo de sí y ahí ya hay un disfrute.
Es de sabios cuando somos los receptores agradecer, no olvidar quién tendió la mano, prestó atención o una simple palabra, aunque solo fuera una vez. El desprendimiento, la entrega con gozo y servicio son de las virtudes que más nos conectan con la divinidad.
La desmemoria no da más que supremacía al ego haciendo una cadena en la que se rompe el flujo ganar-ganar.