La mayoría de las veces escribo sobre nuestra capacidad de ser flexibles, adaptarnos a las situaciones, doblar la página, aceptar y seguir adelante, ser conciliadores, escuchar la voz de la razón para tomar decisiones correctas.
En fin, aprender a incorporar la flexibilidad a la propia integridad del pensamiento, de sentimiento y de actitud. Todo esto es lindo leerlo, bueno de escucharlo, pero un tanto difícil practicarlo.
Así como la flexibilidad, un ejercicio de equilibrio entre lo que pensamos, creemos, entendemos y la realidad, debería ser una actitud más cultivada, el monstruo de la inflexibilidad es aún más común en nuestro día a día.
A veces podemos pensar que ser inflexibles es la mejor carta para avanzar y la actitud que nos permitirá imponer nuestros deseos y lograr nuestras metas – cueste lo que cueste y cuéstele a quién le cueste-, pero nada más alejado de la realidad, porque mientras más nos centramos en que somos portadores de la verdad absoluta, más cerramos nuestro círculo de acción y alejamos a los demás.
Si buscas una definición de inflexibilidad, podrás encontrar muchas vertientes. Yo me inclino por compartir la versión que la describe como el antivalor que es.
Pocos entiende que al ser inflexibles abrazamos la incapacidad para adaptarnos a distintas circunstancias, para cambiar de opinión o forma de actuar cuando es necesario o para entender múltiples puntos de vista. En pocas palabras, es intolerancia, incomprensión frente a cualquier tipo de diferencia.
Debemos reconocer que, como dijo Confucio, “un hombre verdadero no es un hombre rígido, sino de una rectitud flexible”. Escuchar a los demás sin pasiones, aceptar las diferencias y ver más allá de nuestras creencias y necesidades es la mejor herramienta para el consenso, para los acuerdos y los avances.
El mensaje más importante de este escrito es lograr entender que una actitud inflexible es destructiva para las relaciones personales y profesionales. Limita los logros.
Detiene el avance. Nubla la vista. Reduce nuestro círculo y aleja a las personas. En la práctica, ser accesible, abandonando el apego al poder y al tener siempre la razón, suma más alegrías. Aprenda a soltar y dejar ir para poder realmente crecer.