Se maneja mucho el término de la impunidad entre los intelectuales. Y nunca entre los políticos o medios de comunicación, como si evitara saber qué es, en toda su esencia, la impunidad. Cuál es su verdadero estatuto.
La corrupción inicia cuando la impunidad ha llegado a un nivel en que los delincuentes se vuelven ´osados, porque se dicen a sí mismo: ‘hay oportunidad de cometer ciertos delitos’, todavía más.
La impunidad es, pues, un problema criminológico importante. En criminología hemos construido el concepto de concreción criminal para referirnos a ciertos crímenes y delitos que fijan la categoría de la impunidad.
Es decir, hay crímenes que ni se descubren, ni se procesan ni se juzgan. Y en caso contrario, el caso criminal sería resuelto.
Específicamente se puede decir que la impunidad es la falta de castigo, que es la evasión que el delincuente logra, respecto de la sanción. Dos preguntas se presentan ante el facultativo.
Uno, las formas en que ocurre la impunidad; y dos, la dimensión de la impunidad, sea esta de derecho y también de hecho. Aunque son dos las preguntas, resultan ser tres los niveles de la impunidad, la forma de clasificarla.
Primero, crímenes o delitos que pasan como desconocidos a los ojos de la Justicia (y que pasarán siempre), más o menos, aunque tuviere más ojos que los que tuvo ‘Argos’; segundo, crímenes que se conocen, pero cuyos autores escapan a la acción pública de la Justicia por no haber sido determinada su personalidad, o por no haber sido aprendidos; y tercero, delitos cuyos autores son conocidos, pero no se persiguen ni se penan por excepción abusiva debida a la organización política, que es propia del tiempo que vivimos.
Que la impunidad sea favorecida por una débil legislación o por la posición pasiva de las víctimas al no denunciar no sirve de mucho, a la luz de los momentos actuales.
Está el problema de los tribunales y el mal funcionamiento de los organismos del Ministerio Público, que siempre ha ‘pospuesto’ la persecución de la corrupción administrativa.
El caso Félix Bautista es un caso complejo de impunidad. Hay gran riesgo de que exista mucha impunidad entre los que acusan y los acusados.
Esa es la impunidad de derecho, y de derechos, ya citada. Los que hablan del caso saben que sus denuncias serán “tirada a la basura.”
Pero la preocupación continúa; está la cuestión estadística de la corrupción.
En los últimos doce años del partido morado, los casos presentados en la Suprema Corte de Justicia en ese periodo comprendido, y aún en otros periodos anteriores, denunciado al pregón, se prueba y se comprueba que nunca –ni una sola vez–, se presentó denuncia real contra la corrupción.
Ciertamente la impunidad nos está desgastando como nación. Y la culpa la tienen en su totalidad, todos los políticos del sistema, oficialistas o no.