Los colores pastel adornan la capital de Corea del Norte, Pyongyang.
Es el país más aislado del mundo, gobernado por un férreo sistema socialista que ha dejado su huella en la arquitectura.
Grandiosos monumentos a sus héroes o al Partido de los Trabajadores de Corea del Norte se mezclan con bloques de apartamentos en tonos pastel en la capital, Pyongyang, que recuerdan a los coloridos vestidos tradicionales de las mujeres coreanas.
Es la cara amable que este Estado totalitario quiere proyectar al mundo, una suerte de utopía socialista de amplias avenidas, plazas ceremoniales y vistas fotogénicas que es la única estampa a la que tienen acceso los pocos visitantes extranjeros al país.
El fundador de la República Democrática Popular de Corea, Kim Il-sung, considerado el «presidente eterno» del país, imaginó Pyongyang como «el gran jardín de la arquitectura juche«, la filosofía comunista que domina el país y que se basa en la autosuficiencia.
Desde su llegada al poder en 2011, Kim Jong-un ha fomentado la construcción de nuevos rascacielos, algunos de los cuales siguen las formas de la arquitectura tradicional coreana, que han cambiado el horizonte de la capital.
Esta galería de imágenes muestra esa extraña y perturbadora mezcla de colores y autoritarismo, modernidad y tradición de este aislado país.