No hay que asistir a una sesión del Consejo Nacional de la Magistratura para escuchar acusaciones y dimes y diretes de personas que se supone tienen un nivel social y cultural por encima del promedio.
Pero como ya “na e na”, esos pleitos, originados en pleno Palacio Nacional, se ven como lo más normal, a pesar de que se estaba escogiendo al supremo tribunal judicial.
Pero alguien en la calle con bajo nivel de escolaridad, pero sabio por naturaleza, es de opinión de que esos son tiros que no matan garzas, una especie de pleito “entre marido y mujer”, en el que nadie se puede meter.
En los deportes, aunque desde las gradas no se observe que al pícher y al receptor les están “robando las señas”, no hay duda que se producen a diario controversias de primer orden, pero como están conscientes de que “la ropa sucia se lava en casa”, a diferencia de Miriam y Jean Alain, todo se queda entre “hermanos” que no actúan uno contra el otro, porque conocen muy bien cómo terminó la historia de Caín y Abel.
El deporte dominicano atraviesa por una etapa de grandes definiciones, aunque en apariencia se esté viviendo una especie de “España boba”.
Se necesita estar solo un poquito bien informado de lo que ocurre a lo interno para saber que en cualquier momento la bola pica y se extiende, sin que haya un jardinero en capacidad de darle alcance.
En ese gran volumen de opiniones divergentes en el movimiento deportivo, que por momentos se convierte en un gran dolor de cabeza, hay gente que se sabe mover como un león en la oscuridad de la selva, y que pocas veces falla en tomar la presa, sin que otros depredadores que se la arrebaten. ¿Verdad o mentira?