Una de las cuestiones que se debatirán en el 3er Congreso de la Paz, del 26 al 28 de junio en la PUCMM de Santiago, es la cuestión entre las identidades personales y sociales, y la búsqueda de la Paz.
La identidad se nutre de la lengua, la cultura, la educación que recibimos, la clase social donde estamos insertos, el conjunto de creencias y religiosidades, el acceso a otras culturas, el grado de reflexión que somos capaces de desarrollar, las experiencias vividas, los ciclos existenciales de nuestra vida y el grupo social con que interactuamos en el hogar, el barrio, la escuela y el trabajo.
Pero la identidad no es algo pasivo, como si fuéramos receptáculos pasivos que se nutren de los factores señalados, lo interesante es la manera como nos relacionamos y reconstruimos esos datos, como creamos nuevos referentes, como abordamos críticamente lo heredado y construimos nuevas realidades.
Si algo no es humano, si algo niega nuestra capacidad de amar, pensar y ser libres, es asumir la identidad como un hecho natural y necesario. No es posible existir sin identidad, pero no tal o cual identidad.
Pero es indudable que las prácticas refuerzan las señales de identidad y generan un proceso social de integración a quienes practican lo que suponemos es nuestra identidad, y segrega de diversos modos a los que se apartan de dichas prácticas o las cuestionan.
Desde la eduación y la comunicación social debemos promover formas de identidad tolerantes y dialogantes, si realmente deseamos la Paz.