El Centro Nacional de Huracanes de EE.UU. anunció que la tormenta tropical Beryl tiene la fuerza suficiente como para ser considerada el primer huracán de la temporada en el Atlántico y advirtió que las islas de Barlovento estarían en riesgo de sufrir su embate.
La autoridad emitió un aviso de huracán para Barbados -es decir, avisando que se esperan condiciones de huracán en menos de 36 horas-, y una orden similar pero con aviso de 48 horas para las islas de St. Lucia, St. Vincent y las Islas Granadinas y Grenada.
Actualmente, el huracán Beryl está presentando vientos sostenidos de 120 kilómetros por hora, con algunas ráfagas más fuertes.
La alerta del Centro Nacional de Huracanes aseguró: «Se pronostica un fortalecimiento continuo a rápido, y se espera que Beryl se convierta en un huracán mayor peligroso antes de que alcance las islas de Barlovento».
Si Beryl continúa la trayectoria que predicen algunos meteorólogos y se convierte en huracán de categoría 3 sería una de las primeras llegadas de una de las tormentas sobre las que advirtió la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA).
«Sólo se han registrado cinco huracanes importantes (Categoría 3+) en el Atlántico antes de la primera semana de julio. Beryl sería el sexto y el más temprano en este extremo del Atlántico tropical».
Una temporada «muy activa»
En mayo, NOAA, anunció que una temporada «muy activa» como la que se espera este año podría traer entre 17 y 25 tormentas lo suficientemente grandes como para recibir nombre.
En parte, estos pronósticos se dan dadas las altas probabilidades de que se forme el fenómeno de La Niña durante la segunda mitad del año, luego de haber presenciado los efectos de El Niño en 2023.
Investigadores estadounidenses afirmaron recientemente que hay un 60% de posibilidades de que La Niña se desarrolle entre junio y agosto, y un 85% de que esto suceda hasta el otoño boreal.
El efecto de enfriamiento de La Niña también puede desacelerar ligeramente el ritmo del calentamiento global.
Esto podría indicar que las temperaturas récord experimentadas el año pasado no son la evidencia de que el mundo haya entrado en una fase de calentamiento más rápida.