Que a estas alturas de la humanidad estemos enfrentando un conflicto bélico de las dimensiones de la invasión de Ucrania definitivamente nos lleva a una sola conclusión: estamos fracasando como seres humanos.
Después de vivir una pandemia que no distinguía entre personas, que nos dijo todos sois iguales a pesar de ser para algo tan catastrófico, no hemos aprendido nada.
Seguimos repitiendo muchos de los errores que se han producido en épocas pasadas y, en vez de analizar y evitar que vuelvan a ocurrir, vamos a peor.
Siempre digo que cada uno tiene que trabajar para el mundo en el que quiere vivir y para el futuro que quiere dejar a sus hijos. Creo firmemente que tenemos que tratar de transmitir en nuestro entorno más cercano esos valores positivos que como personas debemos tener para realmente lograr vivir en paz.
Es algo que siempre he hecho, mi familia, mis amigos, mis empleados, a todos los trato igual, los valoro igual, trato de siempre aportar a su vida y verbalizarles todo aquello que creo es importante para nutrirles y nutrirme. Pero cuando salgo de ese entorno seguro me da mucho terror lo que veo, y me siento totalmente desconcertada porque la agresividad, el odio, el radicalismo son cada día más fuertes.
Cuando prendo el televisor y veo las imágenes que llegan de esta guerra (sin entrar en quién tiene razón o no), me dan ganas de llorar por todas esas personas en medio de esta lucha que no tienen nada que ver con ella. Y esos que tienen el poder les da absolutamente igual todo.
Mientras, miro a mi hijo y trato de que aprenda esta lección y llegue a formar parte del cambio y del avance como seres humanos. Es mi aporte y ojalá todos lo hicieran.