Me alegró que, al despedirse por motivos de salud del trajín diario, los amigos, colegas y empleadores de Huchi Lora reconozcan sus virtudes, tras casi seis décadas como periodista exitoso.
Tuve una pésima impresión cuando, a principios de los 90 durante un asalto de banco, Huchi pretendió aconsejar a la Policía cómo resolver la situación, pasando de reportero a fallido mediador protagonista, como recordó El Caribe; un disparo lo obligó a huir corriendo mientras una rehén y el asaltante fueron matados y dos cajeras heridas.
Huchi glorificó esa fallida intervención escribiendo un libro. Amigos me preguntan por qué, pese a ello, lo incluí luego como un periodista paradigmático en mi ensayo “Encomio de la Prensa”.
Pues porque la excelencia de un colega no depende de amistad ni afinidad, sino de cómo su público premia con credibilidad su ejercicio.
La militancia o activismo como periodista de opinión pueden ejercerse con honestidad siempre que sea transparentemente. Y nada más público que participar en marchas verdes. Por eso, admiro y respeto a don Huchi.