Se aproxima la Semana Santa y quiero puntualizar sobre un evento que siempre se celebra en esta fecha, el de la muerte en la cruz de Cristo.
El mayor evento que jamás haya tenido lugar en la historia de la raza humana es la muerte, entierro y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
Como bien dijo una conocida escritora: “El sacrificio de Cristo como expiación del pecado es la gran verdad en derredor de la cual se agrupan todas las otras verdades.
A fin de ser comprendida y apreciada debidamente, cada verdad de la Palabra de Dios, desde el Génesis al Apocalipsis, debe ser estudiada a la luz que fluye de la Cruz del Calvario” (Obreros evangélicos, E. White, p. 315).
Antes de la fundación del mundo, se estableció que la redención se lograría a través de la muerte de Jesús (Mateo 25:34; Hechos 2:23; Hebreos 4:3; 1 Pedro 1:20; Apocalipsis 13:8). Pedro escribió que fuimos “rescatados, con la preciosa sangre de Cristo” (1 Pedro 1:18, 19). Isaías 53:5 dice:
“Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados”.
La cruz significa muerte, pero los que creen en la cruz es vida, pues la expiración de Cristo es en pago del rescate de la humanidad, “El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”. Mateo 20:28.
En la cruz vemos el amor, la misericordia, de un Dios que quiere que todos los hombres le busquen de corazón, hoy te hablo de la cruz, porque Dios ha dispuesto que este es el mayor evento para cada uno de nosotros.