En estos tiempos donde si nos descuidamos somos seducidos por las corrientes del mundo, que disfrazan las acciones contranaturales de una manera tan natural, poniendo una y mil razones por las que las mismas son posibles, tenemos que estar muy apercibidos para no caer en el engaño y sobre todo…en silencio, escuchar la voz de Dios.
Hoy que se han unido muchas voces en contra de la familia, desvirtuando su esencia, tal y como Dios la creo, ¨varón y hembra los creó¨, donde el divorcio es pan comido, pues se ha perdido ese mandato divino de Dios cuando dijo ¨serán una sola carne, pues lo que Dios unió no lo separe el hombre¨, hoy cuando muchas voces quieren hacer ver como natural el disponer de la vida, desde la concepción, quitándole a ese nuevo ser, que aún bajo circunstancias difíciles, Dios permitió concebir, la oportunidad de nacer, SE HACE NECESARIO ESCUCHAR LA VOZ DE DIOS.
La vida espiritual tiene mucho en común con la física, pero a un nivel superior. Al igual que el cuerpo necesita ser alimentada diariamente y ejercitarse. Cuando el espíritu se deja permear por el pecado, éste debe ser limpiado y sacar toda la basura que hemos permitido entrar, así como los órganos del cuerpo tienen su misión para el equilibrio y el buen funcionamiento del mismo, de igual manera funciona la vida espiritual,
Necesitamos diariamente la leche espiritual no adulterada que es la Palabra de Dios en la Biblia para alimentarnos, porque de no hacerlo, nos hacemos débiles y vulnerables y las bacterias del pecado van penetrando lentamente, dañándonos hasta matar.
En ocasiones tenemos los síntomas y no le hacemos caso, nos sentimos débiles en la fe, se nos quita el deseo de orar, compartir la Palabra, ir a la iglesia, es que nos hemos descuidados, entonces urgente, sin perder el tiempo, tenemos que acudir a nuestro médico divino, mediante la oración acudir a Jesús y al Santo Espíritu de Dios y sacar de raíz lo contaminado para no morir por el mismo.
Seamos apercibidos, vacunémonos contra el pecado, esta bacteria que está acabando con los valores en la sociedad. Aceptemos a Jesús como nuestro Señor y Salvador y cada día alimentémonos de su Palabra, fuente inagotable de vida. Con él encontraremos todos los antídotos para tener un espíritu y cuerpo sano, fuerte, lleno de gozo y paz y sobre todo con la certeza de que si no descuidamos el alimento, iremos de triunfo en triunfo y de victoria en victoria.
Hoy más que nunca debemos estar alerta y escuchar la voz de Dios y es que nos pasamos mucho tiempo pidiéndole a él que escuche la nuestra y no escuchamos la voz más importante…la de Dios.
En la intimidad de tu corazón, tómate una pausa y no hables…solo escucha la voz de Dios y verás la diferencia.