Horror
En el 80 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, donde los nazis eliminaron miles de gitanos y judíos, el rey Carlos de Inglaterra dijo una frase conmovedora.
No debemos olvidar el abismo al cual puede descender un pueblo. Las atrocidades contra judíos han recibido siempre más consideración de la prensa, pese a que Hitler y sus aliados mataron dos millones más de gitanos y otros desafectos que los alegados seis millones de judíos.
El pueblo hebreo es realmente admirable por sus aportes a la humanidad pese a ser tan pocos y sus notorios defectos, como la miserable tacañería, desprecio por otras culturas y abusos flagrantes en el Levante desde 1948. Israel es la principal democracia del Medio Oriente, gracias al apoyo estadounidense que le regala más dinero que a toda América Latina y África (excepto Egipto) combinados.
Pero muchos judíos israelíes y del resto del mundo no honran su creencia de superioridad moral e intelectual. Al mismo tiempo que en Europa monarcas, presidentes y jefes de Gobierno conmemoraban el fin del genocidio en Auschwitz, miles de palestinos retornaban a pie al norte de Gaza, arrasada por las bombas israelíes (que mataron 50,000 civiles, mujeres y niños) en su entendible pero cruelísima venganza por los ataques de Hamas.
Quiera Dios, el mismo ser supremo común a judíos, cristianos y musulmanes, que de esas cenizas de hoy surja una paz duradera y no otro ciclo de la interminable violencia desde que Caín mató a su hermano Abel.
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