Desde la Procuraduría una mafia borra fichas o expedientes de delincuentes. Desde el arsenal de la Policía se trafican municiones y armas hacia Haití para uso de sus bandas.
Tras cuatro años de escandalosos juicios por corrupción, casi todos contra funcionarios o allegados del Gobierno del PLD, no hay ninguna decisión en firme y la fe del público en la nueva Justicia “independiente” ha caído nueva vez a niveles muy bajos.
Son apenas tres de los detalles que trae la prensa para indicar cómo anda la república esta semana. La recidiva de corrupción tan atrevida es un penoso ejemplo de cuán arraigada esta esta maldición en la sociedad dominicana, pues esto ocurre bajo la presidencia de uno de los políticos más decentes que he conocido.
Estoy seguro de que Luis Abinader está empeñado en la regeneración moral del país.
Pero será tarea poco menos que imposible mientras una parte tan grande de la población siga creyendo que la corrupción no es de los más graves problemas nacionales.
El riesgo de pagar consecuencias es mínimo en comparación con la magnitud de las riquezas por robar. Hay que ponerle asunto a esto antes de que los malos sean más que los buenos.