MANAGUA, Nicaragua. Semanas atrás, recibí la llamada telefónica de una ilustre profesora de Jarabacoa, una comunidad de excepcional belleza situada en las elevadas montañas del norte del país, invitándome a participar en un encuentro virtual con jóvenes organizados en un “Club de Lectores” al que bautizaron con mi nombre.
Recordé, años atrás, cuando me formuló la iniciativa. Le argumenté que la idea me parecía enaltecedora, pero que podíamos rebautizar el evento otorgándole el nombre de uno de nuestros grandes escritores ya fallecidos o de otros todavía presentes.
De forma elegante y sutil se rehusó. Manifestó que conceder y reconocer los méritos a una persona viva y real, era una manera de enaltecer la Patria. Entonces, con voz suave y amable, pero con esa vital energía femenina, manifestó que se fundamentaba en un antiguo decir: “predicar con el ejemplo”.
“Sin soslayar méritos particulares, es preciso estimular a nuestros jóvenes ofreciéndoles ejemplos palpables de lo que es el trabajo creativo, el esfuerzo, la dedicación, la entrega, la entereza”.
Le respondí que muchos dominicanos poseían méritos muy superiores a los que yo podía exhibir. “Le hemos escogido a usted luego de discutirlo pacientemente. Ya es una decisión y le estoy llamando solo para formalizar su aceptación”, contestó.
Desde entonces, he visto crecer y desarrollarse este esfuerzo, que, espero, siga desarrollándose y que incorpore a muchos escritores nuestros que, en honor a la verdad, requieren ser estimulados por sus magníficas obras lo que posee un gran significado en nuestras vidas en ocasiones presas de la desolación, el abandono, la tristeza.
Ahora que vivo en Nicaragua, no dejo de pensar que en esta sociedad se reconoce de manera formal y entusiasta a quienes han dado lo mejor por su Patria.
La presencia de Sandino se observa por todas partes y los ciudadanos citan su nombre con verdadera veneración. Igual acontece con Rubén Darío, poeta de poetas, a quienes todos recuerdan de forma permanente, elogian la infinita belleza de sus creaciones, su existencia accidentada.
Pienso con frecuencia en Freddy Gatón, en Franklin Mieses, en Héctor Incháustegui, en Alexis Gómez, en René del Risco, en Miguel Alfonseca, enMarcio Veloz, en Carlos Esteban Deive, para solo citar unos pocos…
El presidente Abinader posee el mérito de estimular de forma sistemática la memoria de nuestros grandes hombres, comenzando por Juan Pablo Duarte, el fundador de la nacionalidad dominicana y los de nuestras grandes mujeres y hombres de pensamiento y honor.
Nunca debemos soslayar u olvidar nuestras heroínas y nuestros héroes a quienes debemos la Patria y cuya grandeza y exaltación es responsabilidad de todos.
Reitero las gracias a Daisy Matos Pavonesa, una mujer excepcional y brillante, a todos los miembros del Club de Lectores por su reconocimiento; reitero mi admiración y agradecimiento a Juan Carlos Acevedo, estudiante de Medicina quien me dedicó un poema conmovedor.
Estas son algunos de sus versos: “Hombre destacable, oriundo de mi bella Quisqueya/ cualidades únicas que a todos destellan/ un ser humano con valores y visión de futuro/creativo y diferente, sus pasos en este mundo serán indelebles/ cautiva al lector, absuelto de toda culpa, humilde, sereno, un noble caballero/ admiro su forma de pensar siempre yendo más allá, lo admiramos por su gran trayectoria y preparación” ….