Cada vez que el Congreso de los Estados Unidos conoce informes sobre OVNIS o platillos voladores se sueltan muchos locos mediáticos. La vastedad del Universo hace sospechar que “algo hay”.
Sin embargo, desde que Erich von Däniken publicó en 1968 su popular obra Chariots of the Gods, proponiendo que hace miles de años nos han estado visitando en la Tierra alienígenas de inteligencia superior, el debate se ha revestido de pseudo-ciencia. Pena que Daniken sea un convicto estafador y falsificador suizo, pues tanta gente le ha hecho caso que es toda una personalidad dentro de la comunidad de ufólogos.
Quizás a ningún misterio o enigma cabe mejor aquello de “sólo sé que no sé nada”, no porque existan pocas evidencias circunstanciales o alegadas pruebas de la existencia de esos extraterrestres, sino porque los humanos ignoramos tantas cosas sobre el Universo que el debate por ahora no creo que llegue a ninguna conclusión. Antes de elucubrar quizás debemos resolver la incongruencia entre mecánica cuántica y la física. Pero eso entretiene menos y es mucho más incomprensible que preocuparnos por hombrecitos o mujercitas verdes…