No es posible hacer historia apelando a hechos misteriosos. Cuando eso ocurre nos enfrentamos claramente a un recurso ideológico de parte de quienes lo narran.
En la batalla del Santo Cerro es necesario buscar una explicación racional a lo acontecido.
Según el relato de los españoles, por la pluma de Fray Juan Infante, de la Orden de los Mercedarios, quien era confesor privado de Colón, “a eso de las 9 pm, según él, vio una luz descender y envolver la cruz, mientras que una señora vestida de blanco, con un bebé en sus brazos, apareció en el brazo derecho de la cruz. Declaró que era la Virgen de las Mercedes y había venido a salvar el día para los españoles”.
Imaginar a la Madre de Jesús poniéndose del lado de los conquistadores españoles contra el pueblo taíno es aborrecible de entrada.
A pesar de que muchos sacerdotes han llamado la atención sobre esa explicación contraria a una correcta visión cristiana, mucha gente sigue creyendo que efectivamente la Virgen de las Mercedes tomó partido por los explotadores castellanos y diezmó a los taínos que luchaban por su libertad, cercenada desde que llegaron los europeos.
Como el relato fue compuesto por los españoles hay que deducir muchas cosas que el texto oculta. La Dra. Lynne Guitar realiza un análisis hermenéutico del texto que permite explicar el hecho de que los aborígenes claramente gananciosos en dicha guerra abandonaron el campo de batalla cuando con un día adicional de batalla hubiesen diezmado a los españoles y sus aliados.
Esa batalla, la primera entre los europeos y los indios, fue un choque no sólo de guerreros y armamento, sino de las tradiciones y las creencias.
Los taínos no sabían que los españoles lucharían hasta la muerte, o al menos hasta que un bando se rindiera oficialmente y un acuerdo de tratado fuera negociado, explicando los términos de la victoria de unos y la derrota de los otros.
Por el contrario, los españoles no sabían que tainos luchaban hasta que un bando fuera claramente el ganador, sin que implicara el exterminio del enemigo o la firma de un tratado. La batalla terminaba y ambas partes volvían a sus casas para continuar con el ciclo normal de la vida.
En Santo Cerro, en marzo de 1495, se desprende que los taínos y los españoles pensaron que habían ganado ambos. Los taínos, a sabiendas de que eran claramente los vencedores, después de haber derrotado a los españoles, regresaron a su vida regular.