Hijos sufren los embates del ciclo de la violencia
Santo Domingo.-“Era una noche temprano. Era viernes. Temía que la matara. Eran suficientes sus puños”, es el relato de tan solo uno de los cientos de dramas que viven frecuentemente los hijos de padres agresores, quienes sin importarles nada golpean a la pareja que juraron cuidar.
La vivencia fue tomada por la experta Soraya Lara para ejemplificar la problemática que atraviesan los más vulnerables en medio de un ambiente de violencia familiar, que son los niños, niñas y adolescentes.
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“Si las mujeres no pueden tener el control sobre la violencia que ejerce su pareja, mucho menos podrán los hijos”, expresó Lara, quien es la presidenta del Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas (Pacam).
En su magistral disertación enumeró los diversos procesos por los que atraviesan los hijos durante los diferentes puntos del ciclo de la violencia.
Indicó que en la fase de la tensión de la violencia los vástagos observan el aumento de la discordia y es en ese momento donde aparecen los insultos, hostilidad, desvalorización, humillación y palabras inapropiadas.
“Los gritos del agresor, el miedo de la madre y los hijos aumentan, lo que puede generar que uno de los hijos se involucre e intente detener al padre, y corre el riesgo de salir agredido en esta escalada de violencia”, expuso.
La especialista habló ante decenas de personas, en su mayoría mujeres, que se dieron cita al Gran Coloquio de EL DÍA, realizado para analizar la problemática.
Repercusiones
Con un sentido crítico de la situación, Lara explicó un conjunto de repercusiones que sufren los más pequeños de la casa cuando son testigos de maltrato intrafamiliar.
“Los hijos e hijas presentan una sintomatología asociada a la depresión, ansiedad, estrés postraumático, culpa, miedo y vergüenza”, aseguró.
En ese orden, dijo que los hijos no tienen la capacidad para hacer frente a episodios de esta naturaleza, lo que provoca traumas e impotencia.
Añadió que por lo regular los agresores para ocultar su responsabilidad hacen creer a los hijos que es la madre la culpable de su conducta.
Esta estrategia se incrementa cuando la víctima de violencia intenta separarse de su pareja, aseguró. “Las estrategias de dominio y control continúan a través de la utilización perversa de los hijos”.
Mientras indicaba que se debe poder freno a dicha problemática, Lara argumentó que se necesita la voluntad individual y del sistema.
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