Cuando un temeroso ejército de Saúl vio que un acorazado gigante de nombre Goliat, quien además contaba con un ejército poderoso, fue derribado por su menospreciado contrincante de nombre David utilizando solamente unas cuantas piedras pegándole una de ellas de manera mortal en la frente del encopetado titán, aquel desesperado ejército de Saúl se llenó de valentía y persiguió al ejercito de Goliat hasta que pudo vencerlo.
El ejército de Goliat representaba para el pueblo de Saúl la esclavitud y todas las injusticias que se derivan de ser un esclavo. Es por ello que al regreso de los triunfantes las mujeres cantaban y danzaban a tal punto que según registra la biblia, decían: “Saúl ha matado a sus miles, y David a sus diez miles”, como una manera de resaltar el hecho de que un pastor de ovejas que no estaba acostumbrado a usar armas de guerra venciera a un gigante guerrero como Goliat.
Si David hubiese perdido aquel encuentro, lo que le esperaba a su pueblo era la esclavitud y la injusticia. Es por ello que el pueblo se identificó con David.
En raras ocasiones se producen este tipo de victorias. Es como encontrarse en el banquillo de los acusados en donde quien te acusa tiene el poder de cambiar las reglas, los procedimientos e incluso influir en el dictamen final a su favor.
Lo que le inyectó al ejército de Saúl, la valentía necesaria para enfrentar a su rival fue el hecho de que se levantó un hombre confiado en que Jehová camina con él.
De igual manera ocurre con un pueblo que vive en medio de tantas injusticias, en donde el fuerte siempre se impone. Bastaría con que los jueces que tienen en sus manos el poder de hacer justicia real, eficaz e igualitaria, se levanten y empiecen a cubrir sus ojos y a dictar sentencias en contra de la impunidad, del abuso de poder, del enriquecimiento ilícito, y dejen de tener miedo.
Ya quisiera ver a un juez empantalonado, aquel juez cuya sala o tribunal sea conocido por el Goliatde hoy como la casa del terror, y que entre estos titanes se diga que en tal o cual tribunal nos van a coger porque el magistrado o los magistrados que están allí realmente juzgan las pruebas que se presentan. De seguro que el pueblo dominicano está dispuesto a apoyar la justicia si realmente ve el cambio.
El o los Goliat dominicanos pueden ser vencidos, ejemplos hemos visto, pero tendríamos que contar con hombres y mujeres que dispuestos a tumbar a pedradas limpias a los gigantes que se creen con derecho a todo, sin restricciones, solo por su “poder”.