Ser demasiado intenso en cualquier actividad, en especial en el aspecto físico, tiene buenas y malas consecuencias, dependiendo de la facilidad o no con que los protagonistas puedan aplicarlo sin sufrir lesiones, porque cuando eso ocurre “más vale la sal que el chivo”, para parafrasear al campesino dominicano cuando pierde, en una operación económica, más de lo que invierte. Otros le denominan el negocio del “capaperros”.
En prácticamente la mayoría de las actividades no se puede llevar al límite las condiciones físicas cuando se es propenso a sufrir lesiones, porque salir de actividad por varios partidos, sale más costoso que el resultado que podría haber producido una jugada.
Ese es el caso que le sucede al estelar torpedero dominicano Fernando Tatis Jr. de los Padres de San Diego, quien ha demostrado consistentemente que es un jugador frágil, se lesiona con mucha frecuencia, y la mejor demostración de ello ocurrió por última vez el pasado el sábado ante los Rojos de Cincinnati..
Tatis y el equipo saben perfectamente que se arriesga demasiado cuando se desliza en forma brusca sobre las bases, en busca de llegar un poquito más lejos, pero esa frenética energía por porque, sin lugar a dudas, es la bujía inspiradora y sus constantes lesiones y estada fuera de juego disminuyen la capacidad de obtener triunfos de su novena.
Hay que observar que la casi totalidad de las lesiones de Tatis se producen en momentos estelares, cuando está dando el máximo para el conjunto. Esperamos que baje ese ímpetu de querer llegarle a batazos que prácticamente son imposibles de alcanzar.
Es verdad que eso demuestra su vergüenza como atleta, pero como dije al principio, para los objetivos de él y los Padres, para los resultados finales, debido a las lesiones a que se expone, hay cosas que se tienen que dejar pasar, porque muchas veces “más vale la sal que el chivo”.