Porque… “El valor nunca es mayor cuando
Nace de la necesidad”
Quien acaricia un tigre acaba
Perdiendo el brazo.
G. Falcone.-
Quisiera parodiar en parte a J.L. Borges cuando expresó, que las dictaduras fomentan la opresión –aunque si es “democrática” como la nuestra, la saben camuflar muy bien-, el servilismo, la crueldad y por encima de todo, lo más abominable es que fomentan la idiotez. La mera disciplina partidaria usurpando el lugar de la lucidez. Nada más cierto, nada más real que esta situación política que estamos padeciendo.
Por igual, es verdad que las costumbres, esas maneras de obrar establecidas por un largo uso o adquirida por repetición de actos de la misma especie, me crean confusión en cuanto a definir el carácter de nuestro pueblo. No sé si somos tarados, corruptos y sumisos por herencia de quienes nos conquistaron y de aquellos que habitaban la isla, o si en verdad, somos pendejos por la costumbre de siempre bajar la cabeza ante la presencia de quien o quienes consideramos como amos, predestinados o descarados políticos. Algo parecido con nuestro proceder ante el casi eterno avasallamiento en diferentes maneras que provienen de los ya recurrentes estados fallidos que han gobernado del otro lado de la frontera.
Cada cuatro años es misma cantaleta, el mismo discurso con diferentes protagonistas, y en muchas ocasiones hasta por los mismos que aspiran a volver y volver a chupar las tetas del estado, mientras al pueblo se lo lleva el mismo satanás pagando impuestos, y los políticos endeudando cada día mas el país y comprometiendo el porvenir de estas y las próximas generaciones, llegando a la insensatez de que hasta parapagar la nómina clientelista de los compañeritos, hay que ejecutarlos con préstamos.
Malaya una y mil veces sea. Mientras el clientelismo crece como caballo desbocado y consumiendo los recursos del estado en bono gas, bono comida, bono cuantas vainas sean para comprar la conciencia de los pendejos y desarropados hasta de vergüenza, cientos de miles de muchachos se gradúan y no encuentran donde desarrollar su profesión, no encuentran empleo y tienen que dedicarse “a lo que sea”, mientras los creadores y propulsores del clientelismo político se soslayan en su desgraciada obra.
Ha pensado alguno de estos “pensadores” que con el dinero que se ha malgastado en dadivas, indelicadezas y burdos robos, en vez del INDEX y otras tantas cajas de sandeces se habrían podido crear miles de empleos para estos jóvenes profesionales, aun sea con un sueldo básico por parte del gobierno y otro por los empresarios, a fin de completar un salario decente que les permita a estos jóvenes adquirir la experiencia laborar dentro de la profesión que han estudiado y que luego les facilitaría desenvolverse por sus propios medios.
No lo creo, porque sería algo sencillo, un Instituto de Experiencia Profesional sostenido con el dinero que hoy se dilapida creando falsos ídolos, líderes y mesías. Y no me vengan con que esto es un disparate, porque como diablos van a conseguir empleo si lo primero que le exigen es experiencia laboral y donde diablos la van adquirir, si no le dan la oportunidad de aprender, de desarrollar y aplicar los conocimientos teóricos adquiridos en las Universidades.
Pero nada, pura basura, a estos líderes solo les interesa su repostulacion o su postulación. Prometer con el mismo rancio discurso lo mismo que una vez elegidos se ira al zafacón del olvido, para luego alegar cuantas excusas puedan existir para justificar su falsedad y sus engaños. Se les importa un bledo y sin tapujo alguno prometer hasta las estrellas, porque la gran mayoría entran del conglomerado de determinados abogados políticos y viceversa, que les gusta pasearse por el infierno para luego ir a persignarse a una iglesia.
Me siento en verdad aturdido, en ocasiones, creo que somos algo parecido a un Estado Multiétnico y multiconfesional, pero gobernados por la dinastía de un Comité cuyo norte es único y enteramente personal, porque hay veces se me confunde donde radica el poder y no me refiero al local que lo alberga sino, donde se ejerce o quien lo ejerce. Y voy a concluir como dijo Marco Polo “No conté ni la mitad de lo que vi, sabiendo que no me creerían”. ¡Si señor!