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El filósofo griego Aristóteles llamó a la atención en una ocasión sobre lo siguiente: “Si las acciones humanas pueden ser nobles, vergonzosas o indiferentes, lo mismo ocurre con los placeres correspondientes.
Hay placeres que derivan de actividades nobles, y otros de vergonzoso origen”.
Ya lo dijo el escritor español Miguel de Cervantes en el sentido de que “andan el pesar y el placer tan apareados que es simple el triste que se desespera y el alegre que se confía”.
Evitemos todo placer que conduzca a la ruina moral.