Hasta dónde hemos llegado

Hasta dónde hemos llegado

Hasta dónde hemos llegado

Claudio Caamaño Vélez

Cuando Los Trinitarios, reunidos alrededor de una mesa de madera, juraron por Dios y por sus propias vidas crear una nación libre e independiente.

Cuando los restauradores alzaron en Capotillo la bandera tricolor, y a sangre y fuego nos devolvieron nuestra soberanía. Jamás pensaron que la línea entre el crimen y el Estado sería tan delgada, literalmente inexistente.

Nos hemos convertido en un narco Estado. Donde las instituciones públicas sirven a las mafias; donde las autoridades usan su investidura para proteger a criminales y traficantes de drogas.

Me siento indignado al ver hasta donde hemos llegado. Pero sobre todo me siento avergonzado, cuando imagino las miradas de Duarte, Luperón y Caamaño, que observan con tristeza como sus hijos hemos dejado que este país caiga en manos de los hijos de Santana y Buenaventura Báez.

Estar gobernados por traidores nos llena de ira, pero nos debe dar vergüenza saber que si ellos están ahí es porque se lo hemos permitido.

No puede llamarse dominicano quien permite que nuestra soberanía sea hipotecada, que nuestro país sea saqueado y que nuestro pueblo sea dejado a merced de la delincuencia.

Dominicano no es el que tiene un documento que lo acredita como tal, sino aquel que lucha por los valores que dieron origen a nuestra nación.
En menos de doscientos años hemos llegado a este punto.

Nos liberamos de potencias extranjeras, pero nos hemos dejado dominar por un puñado de perversos, sin escrúpulos ni dignidad.

¡Dominicano! Levanta tu frente orgullosa al sol de Quisqueya y juremos seguir la lucha por nuestra verdadera liberación, donde nuestro pueblo no tenga que arrodillarse a potencias extranjeras, pero mucho menos a traidores ni criminales.
¡Viva la República Dominicana!