¡Qué difícil debe ser tener que reprimir a un hijo descarriado y no hacerlo, dando así lugar a que los demás hermanitos piensen que lo mal hecho no tiene importancia!
Lo mismo sucede a nivel nacional. Un acto de corrupción, si no es sancionado, viene a ser una especie de estímulo para que otros hagan lo mismo.
Esto, dicho en palabras llanas, no es hablar por hablar, ni es filosofía barata. Los graves ejemplos están ahí, a la vista de todos.
El caso de extorsión en la Oisoe y el soborno con los Tucano son los primeros que me saltan a la memoria, pero todos sabemos que el pillaje y la corrupción impunes están a la orden del día… y nada pasa.
Si seguimos así, pronto la ética será una palabra del pasado. ¿Hasta cuándo seguiremos aguantando?