Haitianos usan pasaportes y visas alquilados para ingresar a la RD

Haitianos usan pasaportes y visas alquilados para ingresar a la RD

Haitianos usan pasaportes y visas alquilados para ingresar a la RD

Santo Domingo.-François, un haitiano que desde hace cuatro años decidió que la capital de la República Dominicana, Santo Domingo, sería su asentamiento para trabajar y enviar remesas destinadas a la manutención de su pequeña familia en Saint Marc, un poblado en las afueras de Puerto Príncipe, abrió sus brazos y dejó al descubierto una enorme sonrisa cuando retornó al edificio de apartamentos en que labora como vigilante.

El tenía muchas razones para estar alegre, especialmente una de carácter económico que impactaba en su sobrevivencia: el administrador del residencial, a quien había contactado vía telefónica mientras viajaba en un autobús desde Santiago, le informó que aún conservaba su empleo.

No cuenta ni siquiera con registro de nacimiento en su país, por lo que en casi un lustro que lleva trabajando aquí lo ha hecho “sin papeles”.

Esto, sin embargo, no ha sido óbice para devengar RD$8,500 cada mes, de cuyos emolumentos envía religiosamente alrededor de dos tercios a su familia.

François, que a sus 34 años de edad desconoce la lecto-escritura, no llegó solo a su lugar de trabajo, sino junto a más de una docena de compatriotas que también se dedican a labores poco remunerativas en residenciales ubicados entre las avenidas Independencia y George Washington, desde el kilómetro 11 hasta la Winston Churchill, en el Distrito Nacional.

Testimonio

Había viajado a Haití a principios de diciembre porque uno de sus dos hijos, con menos de un año de edad, falleció y, según su propia versión, fue consecuencia de un trabajo de “brujería”.

Pretendía regresar al país en menos de un mes para aprovechar el pago de la regalía, pero la situación generada en la frontera con la puesta en vigencia de la “Operación Escudo” por parte del Ministerio de Defensa le complicó sus planes, debido a la mayor presencia de militares en los chequeos de la frontera.

En dos ocasiones, a principios y a finales de enero, caminó cientos de kilómetros en zonas rurales y montañosas, luego de viajar desde el sur de Haití hasta el norte, debido a que entrando por la provincia de Dajabón le resultaba menos complicado llegar a Santo Domingo.

“Yo paga casi ocho mil pesos la do vece, pero por Esperanza me devolví la guardia”, dice él en un español de difícil comprensión.

Los militares lo retornaron en ambos casos a territorio haitiano, a través de la población de Juana Méndez.
Vivía, al igual que otros compatriotas, entrampado, ya que para ellos la sobrevivencia no estaba en su territorio, sino viajando hacia el este de la isla La Española, a fin de retornar a la capital de la República Dominicana, una especie de tierra prometida en la que fluye “miel y leche”.

La mafia

Narra que en momentos en que aumentaba su desesperación apareció un haitiano que le aseguró que lo llevaría al destino con toda seguridad mediante la utilización de “visas dominicanas legales”.

Ese destino era la ciudad de Santiago, la meta desde donde los extranjeros pueden desplazarse a Santo Domingo sin el temor de que autoridades les requieran documentación.

El viaje sería “normal”, vía terrestre, pasando los seis puestos de chequeo establecidos por los militares, comenzando en la comunidad de Sanché hasta el último establecido en la autopista Duarte, en las cercanías del municipio de Navarrete.

La paga consiste en RD$5,000, pero con la condición de que deberían ser grupos de entre 10 y 15 personas, a fin de garantizar la “rentabilidad”.

Conforme a la historia del inmigrante ilegal, conformaron el grupo, y a cada individuo se le entregó un pasaporte haitiano visado, con la advertencia de que tenían que olvidarse de sus respectivos nombres y asumir temporalmente el que figuraba en el documento que recibían a título de préstamo.

Durante la travesía, cuenta François, repetía constantemente Claude Pierre, su nombre ficticio para no olvidarlo al momento de ser preguntado por las autoridades dominicanas.

De esa manera, los doce integrantes del grupo de ilegales llegaron a Santiago, donde les fueron retirados los pasaportes.

La duda

Esta nueva modalidad del ingreso de haitianos ilegales al país abre la duda de que si se trata de una operación no detectada por las autoridades criollas existen niveles de complicidad. Mientras que François, de su lado, como solía hacerlo cada sábado, volvió a cruzar el parque Mirador Sur camino a la iglesia cristiana donde se congrega junto a más de medio centenar de compatriotas.



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