El cierre de la frontera provocado por la construcción privada de un canal para desviar las aguas del río Masacre en el lado de Haití, sigue generando que cientos de ciudadanos del vecino país retornen de manera voluntaria para reencontrarse con sus familiares.
Ayer, con sus ajuares y agarrando a sus hijos con la mano que le quedaba libre, pasaron los haitianos que decidieron regresar a su nación, algunos por miedo ante el conflicto entre ambas naciones, mientras otros iban a visitar sin saber cuándo podrían volver a República Dominicana.
“Nosotros somos los pobres y no tenemos que ver con eso”, manifestó Jean Doseth, mientras atravesaba la puerta fronteriza.
Sobre canal
La construcción del canal de riego que ha ocasionado tensión entre los dos países, pretende desviar las aguas del referido río que nace en Loma de Cabrera recorriendo dos kilómetros por territorio haitiano, y desemboca en Manzanillo, Montecristi.
De acuerdo con el exdirector del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi), Olgo Fernández, de los 5.6 kilómetros que tiene el río de franja binacional, solo tiene 500 metros del lado haitiano, siendo allí donde se construye el canal.
En ese orden, advirtió que con esta obra se verían afectados los productores dominicanos ubicados más abajo del afluente.
“Porque hay alrededor de 30 mil tareas de arroz, más de 10 que se convierten en ganado y frutos menores, aparte de los productores de la colonia Carbonera, que es un proyecto agrario que tiene alrededor de 8,000 tareas; más los productores que están detrás de la Laguna de Saladillo que también tienen riesgo de secarse”, dijo.
Mejor decisión
Algunos comunitarios de Dajabón valoran como positiva la decisión del presidente Luis Abinader de continuar con el cierre de la frontera, ya que los haitianos no han parado de trabajar en la construcción del canal.
“Lo mejor es que dejen eso así, con el mercado cerrado, ni para allá ni para allá ni para acá porque uno no se va a morir”, expresó molesta Herminia Veloz.
Manuel Álvarez indicó que el presidente ha sido claro en su decisión porque les dio plazo para paralizar los trabajos de construcción y los haitianos han hecho caso omiso.
De hecho, una vendedora de nacionalidad haitiana, Kelena Jean, dijo que “nadie dominicano quiere ver al haitiano; yo vivo aquí porque allá (Haití) es peligroso”.