Haití: Entre el caos y la vulnerabilidad

Haití: Entre el caos y la vulnerabilidad

Haití: Entre el caos y la vulnerabilidad

Daris Javier

Por: Daris Javier Cuevas

En los 27,750 km² de superficie que está conformado Haití puede ocurrir de todo, fruto de que en ese país predomina una crisis social y política que ha desembocado en una situación caótica incontrolable. Se trata de la existencia de una inestabilidad política constante que ha destruido todos los esquemas de la institucionalidad, expresado en el hecho de que se trata del único país que registra más de 20 gobiernos en 35 años.

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El malestar predominante en Haití ha sido grave y perturbador durante décadas generando profundos problemas que han creado trastornos económicos, políticos, sociales y económicos cada vez más profundos. En Haití, la combinación de la crisis económica y política coloca a esa nación en una situación de vulnerabilidad impulsada por la escasez de alimentos y combustible, altos niveles de desempleos, inflación incontrolable, elementos estos que profundizan la pobreza en los más de 11 millones de habitantes que lo conforman.

Una ligera radiografía de la situación económica de Haití pone en evidencia que el crecimiento del PIB registra un largo periodo de 10 años de contracción por el orden de -3%, en términos promedio. Por igual, el 60% de la población está en una situación de pobreza, en tanto que esta exhibe una situación de pobreza extrema que alcanza el 24%, la inseguridad alimentaria crónica arrastra al 50%, el 22% de los niños sufren desnutrición crónica y 4,1 millones de las personas son afectadas por el hambre.

Las cifras mostradas explican en una alta proporción la inestabilidad económica, política y la inseguridad que destrozan la paz en Haití, convirtiéndose en los principales obstáculos para alcanzar el desarrollo y el progreso. En igual dirección hay que ponderar el bajo capital físico y humano, las deficiencias en la operatividad ineficiente de las instituciones que impulsan grandes debilidades en la gobernanza y la fragilidad del Estado, lo que ha construido una ascendente grave crisis social de tal magnitud que se irrespeta el contexto Constitucional como si este no existiera.

Desde octubre del 2015 el caos político y social se ha apoderado de la sociedad haitiana, fruto de la crisis electoral originada por la suspensión de las elecciones que posteriormente fueron celebradas en noviembre del 2016, de donde surgió el triunfo del candidato Jovenel Moïse. La celebración de las elecciones en Haití emanó en una gran confusión y no se tenía la precisión de hasta donde llegaba el periodo constitucional del presidente electo, pues a partir de esa imprecisión el desorden y la inseguridad se impusieron de tal magnitud que provocó el magnicidio del gobernante en su propia casa.

El vacío producido en el sistema político haitiano tras el asesinato del presidente Moïse ha acelerado la descomposición social y política, dando paso a que las bandas de pandilleros tomen el control de ese país, precipitándose un incremento de los actos criminales y la violencia. Es así como el secuestro se ha convertido en una actividad frecuente, lo que sumado a una profunda crisis económica y sanitaria coloca a esa nación en una situación de vulnerabilidad que golpea cada vez más a una sociedad que ya arrastra diferentes malestares que la castiga de manera despiadada.

Los pandilleros se han impuesto en Haití sin límites haciendo de la violencia sexual, la tortura, el secuestro y las palizas en una actividad sistemática cuyo objetivo primario es conseguir dinero de manera desenfrenada. El desborde de los pandilleros haitianos ha llegado a la desfachatez de secuestrar a religiosos y a misioneros norteamericanos por el cual han solicitado el monto de US$ 17 millones de dólares para liberar a los mismos de su cautiverio.

La imposición del caos de los pandilleros sobre la sociedad haitiana lo que refleja es el colapso del Estado que ha venido destruyendo todos los lazos sociales que armonizan la cohabitación de la sociedad y quiebra institucional. Se trata de que la inseguridad se ha instalado en Haití impactando con grandes daños económicos de una manera catastrófica, lo cual se convierte en un circulo vicioso en un país marcado históricamente por una interminable inestabilidad económica, social y política, que cada vez se profundiza en un contexto de anarquía de una sociedad sumida en el caos tenebroso.

 



Daris Javier Cuevas

Economista-Abogado Máster y Doctorado en economía Catedrático de la UASD