Santo Domingo.-“Eran las 4:30 a. m. cuando los agentes del SIM estaban entregados a sus depredaciones. Su jefe, el coronel Figueroa, preguntó: ¿Han registrado ustedes el garaje? No lo habían hecho”… Es como cuenta el periodista Bernard Diederich los minutos previos al hallazgo del cadáver del general Rafael Leónidas Trujillo en la casa de Juan Tomás Díaz, a donde fue llevado en el baúl del carro de Antonio de la Maza la noche del 30 de mayo de 1961, poco después del atentado (Trujillo, la muerte del dictador, Editora Taller 1994, Pág. 149).
Del magnicidio que precipitó la caída de la dictadura han pasado 60 años, 5 meses y poco más de la mitad del mes de noviembre, cuando salió del país el primogénito del dictador, Ramfis Trujillo Martínez.
De los hechos de la Hacienda María, ubicada a 16 kilómetros de la Capital, también se cumplen, hoy, 60 años. Empezaron con el traslado de seis presos desde el Penal de La Victoria a la Policía, que los puso en manos del fiscal del Distrito Nacional, Fabio T. Rodríguez Castellano.
Muy temprano
A partir de las 6:30 de la mañana, cuando el fiscal fue llamado de la Policía para recibir instrucciones, empezaron las horas trágicas para los seis ejecutados.
Diederich lo cuenta en el capítulo 27 de su obra citada en el primer párrafo, páginas 228 y siguientes, con detalles que incluyen la vida familiar y el estado sicológico, así como la preocupación de una de las esposas, la de Roberto Pastoriza, ante el desinterés de la opinión pública por la seguridad de unos hombres a los que hoy se les honra con sus nombres en calles importantes.
Finalmente fueron ejecutados con vesania y alevosía por el hijo mayor del dictador y amigos íntimos, un hecho para recordarlo, pero al que vive de espalda una gran masa que hoy gira alrededor de la administración pública y los negocios privados como si el país siempre hubiera sido así, con una dinámica y escalonada clase y un Estado liberal.
Joaquín Balaguer, que todavía era el presidente al que encontró el magnicidio al frente de la administración pública, relata con tacañería de detalles lo que recordaba de los hechos de Hacienda María a mediados de la década de 1981-90.
“En la madrugada del día 17 de noviembre de 1961 sentí golpear en la puerta de mi dormitorio. Cuando abrí tropecé con el jefe de mi escolta, el general Rafael de Jesús Checo, quien me expresó que el general Trujillo hijo acababa de salir con destino a Europa y que antes de su partida había dado muerte en la Hacienda María a seis de los supervivientes del complot del 30 de mayo”, escribe Balaguer en Memorias de un cortesano de la Era de Trujillo, Pág. 146 (Editora Corripio, 1998).
En realidad los hechos a los que hace referencia deben de haber tenido lugar el 19 de noviembre si, como dice, fue despertado por su escolta. Los seis asesinatos tuvieron lugar al anochecer del día 18 de noviembre de 1961.
Las ejecuciones
Diederich cuenta con detalles de testigo (en realidad no lo fue) los asesinatos de Hacienda María, a donde fueron llevados Pedro Livio Cedeño, Modesto Díaz, Roberto Pastoriza, Huáscar Tejeda, Salvador Estrella y Tunti Cáceres (Op. Cit. Págs. 240-41).
Antes de que Ramfis y su camarilla asesinaran a los seis en Hacienda María — uno a la vez— habían caído el teniente Amado García Guerrero, el 2 de junio en la casa de una tía en la que se había escondido; Antonio de la Maza y Juan Tomás Díaz, el 4 de junio, en la calle, cerca del Parque Independencia.
Otros dos de los que participaron directamente en el magnicidio, Luis Amiama Tió y Antonio Imbert Barrera, fueron los únicos que vivieron para contarla. Amiama Tió murió el 6 de diciembre de 1980 e Imbert Barrera el 31 de mayo de 2016.
Dos volúmenes
En una publicación de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias y el Museo Memorial de la Resistencia se encuentra, con fecha 21 de noviembre, es decir, tres días después de los asesinatos de Hacienda María, una resolución de un juez fija para el 5 de diciembre el conocimiento de causa criminal a Roberto Pastoriza, Huáscar Tejeda y Pedro Livio Cedeño, entre otros.
El documento, firmado por el magistrado Abel Fernández Mejía, es parte del tomo II del libro El Ajusticiamiento, expediente del asesinato del ilustre padre de la patria nueva, generalísimo doctor Rafael Leónidas Trujillo Molina (Pág. 473).
La obra en dos tomos es una recopilación de órdenes, interrogatorios, tecnicismos y procedimientos propios del sistema de justicia de entonces que fueron aplicados a los conjurados, familiares, vinculados y trabajadores al servicio de las familias.
Entidades publican el expediente magnicidio
Documentos. Los documentos recogidos en los dos tomos titulados: “El Ajusticiamiento, expediente del asesinato del ilustre padre de la patria nueva, generalísimo doctor Rafael Leónidas Trujillo Molina”.
El segundo volumen, en su parte técnica, empieza con glosa de las respuestas de Pastoriza al interrogatorio al que fue sometido, seguido por la glosa de las respuestas de Tejeda al que también fue sometido, ambos en fecha 2 de junio de 1961 (Págs. 36-47).
Ambos murieron en Hacienda María, que de acuerdo con Bernard Diederich, era una finca costanera de siete mil acres (unas 45 mil tareas) situada frente a San Cristóbal, un sitio de juego favorito de los jóvenes Trujillo.
Y agrega: “Tenía tres piscinas y un campo de golf en miniatura de nueve hoyos, a más de playa privada” (Trujillo, la muerte del dictador, Editora Taller 1994, Pág. 240).