Hay quienes apuntan, con vista muy corta, que el proceso de acuerdos y negociaciones que ha llevado a que la reforma constitucional para permitir la re postulación del presidente Medina sea viable, dejará a este con poco margen de maniobra para el relanzamiento de su agenda de gobierno. Dicen, que el fuerte de la propuesta de Medina será la continuidad.
Quienes así opinan desconocen las fuertes restricciones tácticas que fueron un imperativo para que el proyecto Danilo Medina 2012 pudiese hacerse realizable. Y desconocen también la profundidad y solidez que presenta la candidatura del actual Presidente de la República, cuya reputación y apoyo social son incomparables en relación con cualquier coyuntura anterior.
Ese activo de legitimidad y aceptación social construido desde el cumplimiento de todos aquellos compromisos que las circunstancias han permitido y de la adopción de demandas y conquistas sociales y políticas que han emergido desde la sociedad, con la actitud de diálogo y escucha activa por parte del Presidente y su entorno, permiten augurar que la propuesta electoral con la que se presentará Danilo Medina a los comicios de 2016 constituirá una agenda y un estilo inéditos en la historia política reciente de la República Dominicana.
Habrá continuidad en aspectos formales, y quizás en los modos y características personales, pero lo que viene es un tiempo de renovación de la agenda política y de las capacidades ejecutivas para llevar adelante las conquistas sociales e institucionales que son necesarias para que le demos verdadera vigencia a un Estado social, democrático y de derecho que se enfoque en el desarrollo humano.
El Danilo Medina que concurrirá a las próximas elecciones, antes que ser la continuidad o el fin de una etapa de la política dominicana, será el verdadero inicio del siglo XXI en la política dominicana.