Poco tiempo después de la Segunda Guerra Mundial, inició la Guerra Fría entre los EEUU y la URSS, potencias que habían salido triunfantes del conflicto bélico. Se batían en una lucha en todos los frentes por alcanzar la hegemonía mundial.
Los EEUU y la URSS representaban intereses diametralmente opuestos, pues el primero representaba a los principales países capitalistas de Europa, y la segunda representaba el bloque socialista, integrado por los países del Este europeo.
El 4 de abril de 1949 fue formada en Washington, D.C., la alianza militar denominada Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que en principio estaba conformada por Canadá y los principales países europeos, excepto Alemania, que había sido dividida en dos paises, la Republica Federal Alemana, de orientación estadounidense, y la Republica Democratica Alemana, del bloque soviético. La división de Alemania en dos países evidenciaba la gran rivalidad existente entre las dos superpotencias.
En 1950 estalló la guerra de Corea, teniendo como resultado la división del país en dos, la República de Corea, soportada por EEUU, y la República Democrática de Corea, apoyada por la URSS. Está guerra terminó en 1953
En 1955 fue formada la alianza militar Pacto de Varsovia, integrada por la URSS y los países del llamado Bloque socialista.
A partir de 1954 en la URSS se inició un proceso de restauración capitalista que culminó en 1991 con la destrucción de la Unión Soviética y el establecimiento en Rusia del capitalismo, como sistema económico, político y social.
La República Popular China, fundada en 1949 por Mao ZeDong, se ha convertido en una superpotencia económica y militar que compite con EEUU y Rusia por la hegemonía mundial, particularmente por el dominio de los recursos naturales del planeta, y por el control del comercio mundial. Sin embargo, Rusia y China mantienen una estrecha alianza.
Después de la desintegración de la Unión Soviética, los EEUU han aplicado su política de agresión militar a los países gobernados por políticos opuestos a la injerencia estadounidense. Tal es el caso de los bombardeos a los pueblos de Irak y Libia, y la consabida destrucción de sus respectivos Estados, convertidos ambos países en territorios ingobernables, dirigidos por bandas terroristas, que han instalado en muchos lugares el régimen de la esclavitud.
De igual modo, los EEUU han querido destruir el Estado de Siria, pero la participación de Rusia en el conflicto armado ha impedido que eso ocurra.
Los EEUU se han convertido en un gendarme internacional, que pretende imponer su dominio mundial reviviendo novedosamente sus viejas doctrinas de la época del presidente Theodore Roosevelt: la del gran garrote y la diplomacia de las cañoneras. Con la aplicación de estas doctrinas se pretende neo colonizar los países de América Latina, Medio Oriente, Asia y África. Con esos propósitos fueron derrocados los gobiernos de Manuel Zelaya en Honduras, de Fernando Lugo en Paraguay, y de Evo Morales en Bolivia. Golpes de Estados que fueron bendecidos por la OEA, que actúa como un ministerio de colonias del gobierno estadounidense.
Los gobiernos de Venezuela, Cuba, Nicaragua e Irán han sido demonizados, y le han impuesto todo tipo de sanciones, bloqueos navales, congelación de sus activos en países satélites de EEUU, amenazas de bombardeos e invasiones, etc. Todo esto ha ocurrido con el beneplácito de la gran prensa empresarial mundial, que se ha prestado para manipular la información y justificar genocidios como el de Irak, Libia y Siria.
La mayoría de las organizaciones de carácter internacional están prácticamente controladas por los EEUU, que es el principal soporte económico de las mismas, y en tal virtud, es imposible que la Corte Penal Internacional, con sede en La Haya, pueda juzgar los crímenes de guerra cometidos por gobiernos de los EEUU en Irak, Libia y Siria, tal y como ocurrió en Núremberg, Alemania, donde fueron juzgados y condenados a muerte los principales criminales de guerra y genocidas de la Alemania nazi.
El gobierno de los EEUU ha manejado con tanta torpeza la crisis sanitaria actual, ocasionada por la pandemia del covid-19, que muchos de sus Estados han decidido terminar la cuarentena y exponer su población a un estado de riesgo y vulnerabilidad tal, que podrá devenir en una debacle de grandes dimensiones, que a corto, mediano y largo plazo, significará la caída estrepitosa de la principal superpotencia del orbe, lo cual dará paso para que China y Rusia se conviertan en las principales superpotencias del planeta.