¡Hace 52 años y yo estaba ahí!, ¡yo tampoco quise perdérmelo!

¡Hace 52 años y yo estaba ahí!, ¡yo tampoco quise perdérmelo!

¡Hace 52 años y yo estaba ahí!, ¡yo tampoco quise perdérmelo!

Neil Amstrong, Michael Collins y Edwin Aldrin.

¿Recuerdan la tarde del 20 de julio de 1969? ¡Aquí, en República Dominicana, los hogares que tenían televisor hubo «toque de queda general, obligado» para ver el esperado acontecimiento!

Era la primera llegada y recorrido del hombre a la luna.

En mi casa había un televisor Sharp en blanco y negro que había comprado mi ahora fallecido hermano, Miguel. Para entonces era de los más «modernos», porque se autosostenía  y además tenía un protector de pantalla corredizo.

A la «magia» del entonces relativamente aún reciente fenómeno de la televisión en la región de Las Américas, se sumó una «curiosa» ansiedad de la gente, que no quería que nadie le contara las primeras vistas de la llegada del hombre a la luna; y quiso ser testigo ocular, de «excepción», de la transmisión vìa satélite, que de por sí fue otro fenómeno  novedoso.

Primeros pasos del hombre en la Luna

Primeros pasos del hombre en la Luna.

La nave espacial «Apolo 11», que transportó a los astronautas Neil Amstrong, Michael Collins y Edwin Aldrin, alunizó a las 4:18 de la tarde de ese día, pero aquí la transmisión fue diferida, porque aún no había la herramienta para transmisión directa vía satélite.

Amstrong y Aldrin

Flotaron durante 2 horas 31 minutos sobre el planeta. Mientras Collins, cayó presa del terror. Luego trataría de ahogar en alcohol el recuerdo de su error, provocado por su propio miedo, por lo que prefirió mantenerse todo el tiempo a bordo de la nave.

Hoy se cumplen 52 años de ese acontecimiento, un hito que según la NASA fue visto de manera simultánea en el mundo por más de 650 millones de personas.

Definitivamente el alunizaje por el hombre creó las condiciones de desarrollo tecnológico que, a su vez, marcó un cambio en los estilos de vida de la humanidad, de todo el universo, vía la comunicación satelital.

Constituye, además, la mayor  influencia y el efecto de «mágico» de la comunicación, que definitivamente convirtió a la Tierra en una aldea planetaria; en una aldea global, tal como lo pronosticara el visionario investigador y comunicólogo canadiense Marshall McLouham:

«El desarrollo de los medios de  comunicación convertirá al mundo en una aldea planetaria».