El tiempo pasa y seguimos encharcados, como prueba este comentario mío del año 2001 que reproduzco: “Es paradójica la inveterada costumbre de Estados Unidos de pasar juicio moral a situaciones que estima anómalas, sin medir a todos sus criticados con igual vara.

Aquí, por ejemplo, los diplomáticos norteamericanos pegan el grito al cielo porque han habido 250 alegadas ejecuciones extra judiciales por policías envueltos en los famosos intercambios de disparos con delincuentes. Pero Estados Unidos es el país con más asesinatos judiciales, una distinción de cuestionable honorabilidad, que el Vaticano condena vigorosamente.

Puede argüirse que en Estados Unidos los debidos procesos de ley discurren de manera mejor que aquí, aunque ¿eso excusa sus centenares de asesinatos judiciales? Pero la cuestión no es esa, sino que quien dispone olímpicamente de tantas vidas no puede predicar moralidad vistiendo desvergüenza.

La Policía necesita sanearse, mejorar métodos, convertir sus agentes en ciudadanos esclavos de la ley y no sus dueños. Para decirnos eso, hay mejores maneras”. ¡Este problema ya es mayor de edad!