Los Juegos Olímpicos de París han generado innumerables imágenes memorables, pero una foto en particular se ha convertido en el fenómeno viral del evento. La misma no provino de París, sino de las majestuosas olas de Teahupo’o en Tahití. Allí, en uno de los escenarios más remotos y espectaculares, se llevó a cabo la competencia de surf, y fue donde Gabriel Medina, la estrella brasileña y tres veces campeón de la Liga Mundial de Surf, protagonizó uno de los retratos más icónicos hasta la fecha.
El lunes, Medina realizó una maniobra asombrosa que no solo emocionó a los espectadores, sino que también capturó la esencia del espíritu competitivo olímpico. La imagen, inmortalizada por Jerome Brouillet, fotógrafo de la Agence France-Presse, mostraba a Medina y su tabla de surf suspendidos en el aire sobre el Océano Pacífico Sur, en una alineación perfecta y unidos por la correa. Con el brazo derecho levantado y el dedo índice señalando hacia el cielo, Medina apareció en una pose triunfante que rápidamente se convirtió en un símbolo de los Juegos.
“No me sorprendió, estaba preparado”, declaró Brouillet, de 39 años, en una entrevista telefónica con The Washington Post. “Yo y los otros fotógrafos en el barco supusimos que iba a hacer un salto, y eso fue lo que hizo. Entonces apreté el botón”. La velocidad y precisión del fotógrafo resultaron en una toma perfecta que capturó un momento efímero y que representó toda la jornada de surf.
Medina, de 30 años, logró una puntuación de 9,90 en esa ola, estableciendo un nuevo récord olímpico para una sola ola. La foto tomada por Brouillet no solo documentó su logro deportivo, sino que también mostró la destreza y coraje del surfista brasileño en una de las olas más desafiantes del mundo.
La distribución de esta imagen por la agencia de noticias con sede en París y Getty Images resultó en una rápida propagación por Internet. “Saqué mi teléfono y tenía muchísimas notificaciones sobre Instagram y cosas así. Hice clic y vi una cantidad inusual de seguidores siguiéndome”, comentó Brouillet riendo. “Entonces supuse que algo estaba pasando, y luego vi primero una publicación de Brasil con la foto, y luego se convirtió en un vórtice… y luego… se volvió viral. Increíble, sorprendente”.
La autenticidad de la foto fue cuestionada por algunos, quienes asumieron que era un retoque de Photoshop. Sin embargo, Brouillet aclaró: “Nunca pensé que fuera posible que esta toma fuera tan apreciada, pero puedo entender por qué… La alineación de Gabriel y la tabla: algunos han tratado de decir que es un retoque de Photoshop, pero no, Gabriel y la tabla simplemente están alineados así, con la correa conectando los dos elementos”.
El día fue notable para Brouillet, quien se encontraba junto a otros seis colegas en un barco cerca de la acción. A pesar de no conocer personalmente a Medina, el fotógrafo expresó que es poco probable haber establecido una conversación sobre la foto. “Al igual que yo, él no sabía que esta toma daría la vuelta al mundo de esta manera”, dijo Brouillet. “Para él, fue simplemente otro ascenso a la ola como lo hace cada vez, y yo simplemente lo estaba fotografiando como lo hago cada vez”.
El reconocimiento y la viralidad de la foto resonaron en ambos extremos de la cadena olímpica -el atleta y el fotógrafo. La imagen no solo representó un triunfo personal para Medina, sino también una celebración del arte de la fotografía deportiva y la magia de captar momentos irrepetibles.
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