Quiero escucharte. Háblame. Deja que salga eso que llevas dentro, no te lo guardes solo para ti, compártelo, las cargas se aligeran cuando se verbalizan, cuando otra persona las conoce y las analiza desde afuera. Puede que haya algo que te pesa profundamente y una vez que lo dejas salir, comienzas a ver las cosas de otra forma.
Este mensaje es para todas aquellas personas que en estos momentos se sienten solos. No lo están. Solo permitan que alguien les ayude, no pasa nada por dejar entrar.
Nadie puede con todo solo, es imposible. Pero tienen que abrir esa puerta, eso no es signo de debilidad, ni de que tienes un problema mental o emocional que van a hacer que el otro te juzgue.
No, es tan simple como que en el último año hemos vivido situaciones que derrumban las voluntades más férreas. Quiero escribir sobre esto porque veo que cada vez nos cerramos más, todos en general, muchos en particular.
No queremos hablar de cosas negativas, no queremos escucharlas, pensamos que con todo podemos y que es mejor no compartir aquello que nos da vueltas en la cabeza. Pero al final no desaparece solo, sino que se queda ahí dentro y lo que comenzó como algo pequeño se convierte en algo grande y cuando vienes a darte cuenta no te sientes bien y no sabes identificar qué está pasando.
También si ves que alguien cercano a ti necesita ayuda, ofrécesela, aunque te rechace o te diga que no pasa nada. Acompáñale, hablen, llamen a las cosas por su nombre, dejen que todo salga y busquen el camino para reconfortarse mutuamente.
Digamos: Háblame, cómo te sientes, comparte conmigo, estoy ahí, juntos encontraremos las respuestas, no estás solo, no pasa nada por sentirte así. Digamos presente y hablemos.