Por supuesto que se ha tratado de circunstancias y momentos distintos, pero he escuchado decir a dos expresidentes de la República Dominicana que lo que una administración gubernamental no hace o tiene avanzado en su primer año, no lo hará en el restante tiempo que le quede para culminar el mandato.
Esto implica que se debe llegar a la dirección del Estado con un plan claramente definido, articulado en la dirección de alcanzar los objetivos deseados, o al menos la mayoría de éstos, durante los cuatro años que le asigna la Constitución de la República. Siempre habrá de suponerse que ese plan estará fundamentado en criterios estratégicos que aseguren un adecuado cumplimiento de las propuestas que conforman su contenido.
Desafortunadamente, los resultados de la administración del presidente Luis Abinader y del Partido Revolucionario Moderno (PRM) muestran que se planificó muy poco, quizás nada, en torno a la República Dominicana que aspiramos legar a las venideras generaciones.
A cinco meses del mandato, ya las excusas no constituyen un arma política, como el hecho de continuar diciendo que heredó la pandemia sanitaria generada por el Covid-19 o el supuesto desastre económico dejado por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
Un buen gobierno se caracteriza por ser proactivo, no reactivo.
Y esto último es lo que observamos cada día en una gestión que reacciona por conveniencias coyunturales a lo que traen los diarios, los telediarios y las redes sociales, evidenciando una carencia en la planificación de las políticas públicas requeridas en la actualidad.
Durante la recién concluida semana hubo una avalancha de cuestionamientos al Gobierno, que no fue mayor porque todavía goza de cierta indulgencia mediática.
Entre otras situaciones, se registraron cifras récord en contagios del Covid-19, el sistema hospitalario colocado en apuros, cuestionamientos a una licitación de ordenadores en el Ministerio de Educación y la designación en el Consejo Nacional de Drogas (CND) de Jaime Marte Martínez, el jefe policial llevado a la justicia, acusado de irregularidades en sus funciones en la Policía Nacional durante los años 2002 y 2004.
Hubo, también, un señalamiento directo al propio presidente Abinader de parte del economista y exadministrador general de la Central Termoeléctrica Punta Catalina, Jaime Aristy Escuder, cuando desmintió que el Gobierno haya reducido RD$77 mil millones al déficit fiscal.
En la víspera, el Jefe del Estado había asegurado que su administración, en los primeros cinco meses de ejercicio, ha logrado reducir el déficit fiscal en 77 mil millones de pesos, y dijo desde el primer día, está siendo muy estricta con el gasto público, priorizando los recursos en áreas de interés de la gente.
Nadie puede negar que resulta difícil gobernar en medio de una pandemia como la que ha provocado el coronavirus, pero se empeora la situación si la crisis no se planifica, elemento básico para gestionarla adecuadamente.
Justo ahí está el problema; que, en sociedades como la dominicana, caracterizada por la debilidad institucional y la interdependencia de naciones desarrolladas, pudiera hasta provocar convulsiones sociales a mediano plazo.
La esperanza estaría en que las vacunas contra el coronavirus que han comenzado a aplicarse en diferentes países puedan contribuir a controlar el patógeno.
Buena parte de la economía dominicana descansa en el turismo que, producto de la crisis, tuvo en diciembre una caída de más de un 44 por ciento en relación con los visitantes extranjeros.
Lo recomendable para la actual gestión es hablar menos y planificar más. Esa es la cla