Santo Domingo.-De la alcaldía de ningún ayuntamiento del país ha podido salir hasta hoy un político profesional, ni aficionado, con el aval para ascender las escalinatas del Palacio Nacional como Presidente de la República.
A nadie, ni siguiera en las grandes organizaciones políticas, se le ha promocionado para presidente sobre la base de lo buen administrador que ha sido de los bienes públicos locales. Ni siquiera a José Francisco Peña Gómez se le llevó en hombros por este mérito a pesar de haber sido candidato presidencial en 1990, 1994 y 1996.
¿Por qué? La respuesta puede estar en la visión difusa sobre los bienes públicos y sobre el rol de los administradores del bien común que tienen los dirigentes políticos y los independientes que se enrolan en candidaturas.
O quizás por la imaginación de la gran masa o base social acerca de lo que debe ser un Presidente, en el que prefieren fama, buena presencia, chispa, ingenio y facilidad de palabra, todas características del mundo del espectáculo.
Se puede argumentar que las alcaldías son administraciones modestas, con presupuestos reducidos, muchas dificultades que deben ser enfrentadas directamente por el titular y tantas minucias como puede tenerlas la organización y administración de un hogar, ambiente vinculado con la cortedad de miras y de acciones.
Grandes y pequeñas
Las dos grandes alcaldías, el Distrito Nacional y Santiago, le dan a su titular una notable proyección nacional. Pero hasta hoy Peña Gómez ha sido el único, que habiendo sido alcalde —o síndico—, cuando la función ponía bajo su responsabilidad a lo que hoy se conoce como Gran Santo Domingo, ha sido candidato presidencial por un partido de grandes masas.
La política nacional le impidió alcanzar la Presidencia de la República y hasta hoy nadie pondera el buen presidente que pudo haber sido sobre la base de su desempeño en la administración local, extendida del 16 de agosto de 1984 al 16 de agosto de 1986.
Rafael Suberví Bonilla fue en dos ocasiones síndico de la Capital, la primera vez del 86 al 90 del siglo pasado, y en la segunda ocasión del 94 al 98. Fue precandidato por su partido, el PRD, para las elecciones del año 2000, cuando se impuso Hipólito Mejía, y de nuevo quiso ser candidato para las del 2004, pero de nuevo se impuso Hipólito. No pudo pasar a pesar de haber sido en dos ocasiones síndico de una ciudad entonces inmensa si se la compara con la hoy.
Además del Distrito Nacional y Santiago, el país tiene otros 156 ayuntamientos.
A estas unidades administrativas les han sido agregados 235 distritos municipales desde los que también se administra al por menor. Se trata de 381 unidades de tercer nivel para el manejo del bien común. Hasta ahora el titular de un distrito municipal es un director, no alcalde, y su función es la más básica y pequeña en términos urbanos.
Sin remedio
¿Son los ayuntamientos administraciones que, como los oficios domésticos, embotan las miras amplias? ¿O acaso la mentalidad del dominicano le impide valorar a un líder nacional para aprovecharlo sobre la base de su probada eficiencia en la corrección del desorden desde la función local?
Ponerle remedio al caos en grandes conglomerados humanos como el Distrito Nacional, Santiago, los tres Santo Domingo —de los que hasta ahora ninguno tiene nombre distintivo, a menos que se considere a Los Alcarrizos— parece imposible. Los munícipes carecen de urbanidad y los ayuntamientos, con sus alcaldes, suelen limitar su trabajo a teñir el desorden con el color de la bandera de su partido.
Organizar suele ser considerado desagradable, y como a los políticos profesionales les gustan los aplausos, prefieren dejar hacer y dejar pasar.
De acuerdo con una estadística prepandémica, alrededor del 54 por ciento de la economía dominicana era de carácter informal. Esto implica el trabajo por cuenta propia sin registro, contabilidad, organización ni factura, sea empujando un triciclo cargado de cocos, un taller de mecánica en la acera, o la vía pública como parada de una ruta del concho.
De esta manera fue expropiada una parte del trébol del Nueve de la Duarte en el período 82-84 del siglo pasado por una organización del transporte del hoy senador Antonio Marte y compartes, que en estos días anuncian su devolución.
Abel Martínez
— De, Cibao
Desde Santiago al Palacio/ es mucho lo que hay que andar/ pero por la Presidencia/ cualquiera va (merengue). El alcalde de Santiago promueve su aspiración de ser el candidato presidencial del PLD en el año 24.
Una alcaldesa y uno que fue alcalde del DN
Lorema. En órganos de opinión pública se ha oído y leído que la señora Carolina Mejía, alcalde del Distrito Nacional, pudiera ser la heredera del capital político del expresidente Hipólito Mejía. Sin embargo, hasta ahora no se le ha visto promoviendo estas aspiraciones, si las tiene, dentro ni fuera de su partido.
El pasado alcalde, David Collado, sonaba como río crecido para las elecciones del año pasado, cuando se especulaba sobre su inscripción como candidato por el partido País Posible y como eventual candidato vicepresidencial del ahora presidente Luis Abinader.
Ninguna de las dos versiones, que en su momento hicieron grandes olas de opinión, se concretaron y la realidad fue otra: apoyó la candidatura presidencial de su partido y hoy es el ministro de Turismo, donde se le ve concentrado en su trabajo.