Habemus reforma constitucional

Habemus reforma constitucional

Habemus reforma constitucional

Carlos Salcedo

Con la aprobación por parte de la Asamblea Nacional Revisora, la reforma constitucional es un clavo pasado. Agotados los trámites administrativos, la nueva Constitución será proclamada y publicada pronta e íntegramente con los textos reformados.

Como sostuve durante el proceso, veo con buenos ojos las intenciones del presidente Abinader, al auspiciar los cambios propuestos, los cuales sufrieron algunas enmiendas y adiciones que ya la población conoce.

La unificación de las elecciones para el 2032 se distanció más de la cuenta de su objeto, si el fin era lograr rápidos ahorros en el proceso electoral. Pero, aunque la retórica del arrastre presidencial a los candidatos municipales y congresuales parece quedar atrás, deja pendiente el sentido de autonomía congresual y municipal como contrapeso del Poder Ejecutivo.

La reducción del número de diputados es un punto luminoso, pues menor cantidad de recursos del erario estarán dedicados a esa burocracia. Pero, ojalá que sea el arranque del camino para eliminar una de las cámaras legislativas. Y es que somos un país pequeño, de poca población y con una economía pequeña, aunque en permanente crecimiento. Una sola cámara legislativa responde a nuestra estructura, tamaño y cantidad de habitantes.

La consagración constitucional de la consolidación de la independencia del Ministerio Público, pasando de la libre elección presidencial del Procurador General de la República (PGR) a que provenga de una terna presentada por el presidente al Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) como de la mitad de los adjuntos del PGR, suma mayor autonomía a dicho órgano.

Sin embargo, seguirá siendo una elección presidencial en la que los consejeros integrantes del CNM tendrán poco o ningún margen práctico para cambiar al PGR señalado por el dedo presidencial.

La inclusión de la regla de elección presidencial en el artículo 268 constitucional, que consagra la imposibilidad de modificación de nuestra forma de gobierno, para impedir cualquier modificación de la Constitución en ese aspecto, si bien podría sufrir un traspiés futuro en el Tribunal Constitucional, por incumplimiento de reglas sustanciales del procedimiento constitucional, como la falta de consulta popular mediante el referendo, responde a una voluntad del presidente de dejar atrás las incertidumbres derivadas de presidentes eternamente reeleccionistas.

Ahora tenemos que seguir viviendo en democracia, aunque algunas de nuestras posiciones no hayan sido acogidas. Es la esencia de la democracia, donde una comunidad plural opina, sin cortapisas y sus ideas son respetadas.