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“Habemus papa”, el drama íntimo que redefine la mirada sobre el poder espiritual

Pepe Sierra interpreta a Benedicto XVI y José Guillermo Cortines  a Bergoglio.
Pepe Sierra interpreta a Benedicto XVI y José Guillermo Cortines a Bergoglio.

Santo Domingo.-El productor y director Guillermo Cordero sorprende esta temporada con Habemus papa, una puesta en escena que se aleja de sus grandes espectáculos para adentrarse en una revisión íntima, humana y profundamente reflexiva del poder espiritual.

El punto de partida del montaje es el histórico encuentro entre Benedicto XVI y el papa Francisco, pero la obra transita mucho más allá de los hechos conocidos.

Cordero explica que su interés no nació del acontecimiento en sí, sino de una obsesión creativa: el diálogo imposible.

Protagonistas de la obra teatral “Habemus papa”.

En esta dualidad —dos hombres que han ocupado el mismo trono espiritual con visiones opuestas— encontró una metáfora perfecta de la época contemporánea, marcada por tensiones entre tradición y cambio, entre el peso del dogma y la necesidad de una pastoral cercana.

El productor
Aunque se inspira en figuras de la Iglesia, la obra no pretende hablar de religión, sino de humanidad. Para Cordero, Habemus papa se vuelve especialmente relevante para el público dominicano porque aborda temas universales como el poder, la soledad y la reconciliación.

En un país atravesado por fuertes polarizaciones, la pieza invita a mirar al “otro” como ser humano antes que como adversario.

El director sostiene que la obra plantea una pregunta incómoda, pero urgente: ¿qué ocurre cuando, frente a quien piensa distinto, descubrimos un rostro marcado por dudas, dolores y contradicciones? Ese es, para él, el verdadero centro emocional de la historia, y el motivo por el cual considera que esta propuesta tiene tanto que decir en el contexto social actual.

Un gran reto
En esta ocasión, Cordero asumió el reto de equilibrar espectáculo y profundidad humana. Confiesa que, aunque su instinto como productor lo lleva a crear imágenes de gran impacto, aquí la fuerza debía venir de la contención. Convertir la intimidad en espectáculo fue, según describe, una disciplina creativa en la que cada silencio se volvió protagonista.

El diseño visual y sonoro fue pensado para amplificar estados emocionales y no para deslumbrar. La tecnología, utilizada con sutileza, funciona como una prolongación de la conciencia de los personajes. Un cielo que se cierra sobre Castelgandolfo o una luz que aisla a Francisco no buscan ilustrar un paisaje, sino revelar la tensión interna de quienes enfrentan decisiones que marcan la historia.

La investigación dramática fue una de las etapas más complejas del proceso. Cordero quería evitar el documental y adentrarse en la psicología profunda de dos figuras cargadas de simbolismo. ¿Cómo representar la crisis de fe, la culpa o la responsabilidad extrema sin caer en reduccionismos? Esa búsqueda definió el tono de toda la obra.

A la vez, una de las experiencias más apasionantes para el director fue presenciar cómo Pepe Sierra y José Guillermo Cortines empezaron a habitar emocionalmente sus personajes. Para él, el momento clave ocurrió cuando dejaron de “actuar como” y comenzaron a “ser desde”, logrando una conexión interior que marcó un antes y un después en el desarrollo del montaje.

Los ensayos también depararon sorpresas que modificaron la estructura emocional de la pieza.
En una escena sobre el miedo, un gesto improvisado de Cortines —la mano al pecho— y el silencio cargado de Sierra transformaron el sentido del diálogo.

Más detalles

— Inicia hoy
Desde este viernes 5 de diciembre, la sala Ravelo abre sus puertas para recibir Habemus papa, una propuesta audaz, sensible y con una intensa exploración de la fragilidad humana, que ya ha despertado grandes expectativas en el público.

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