“La perra está muerta” fue la publicación en una red social que llamó la atención de los vecinos de Gypsy Rose Blanchard y su madre Claudinne, ya que hacía varios días no las habían visto.
Gypsy Rose es una joven de Golden Mesdow, un pueblo de Luisiana, Estados Unidos, a la cual, desde muy pequeña, su madre la obligaba a fingir un sinnúmero de enfermedades con la intención de provocar lástima y recibir atención mediática.
Gypsy estuvo sometida a una vida muy triste y solitaria, llena de torturas psicológicas y físicas, postrada a una silla de ruedas, arrastrando fantasmas ancestrales que no dejaban en paz a su madre.
Un día, Rose, se llenó de valor y conoció un chico en internet, se enamoraron, tuvieron intimidad y ella lo convenció de que su único boleto hacia la libertad era que su madre ya no existiera, y él, enamorado y manipulado por esta joven, aceptó este trato diabólico. Mataron a Claudinne y escaparon juntos hasta que fueron capturaron por las autoridades, a él le dieron cadena perpetua y a Rose, diez años de prisión.
En diciembre del 2023 nuestra “víctima” de tortura salió de la cárcel, sonriente y rozagante, perseguida por paparazzis cuan estrella de Hollywood y es obvio que a ella le encanta la atención que está recibiendo. Se creó una cuenta de TikTok que ya tiene diez millones de seguidores y más de ochenta millones de visitas.
El objetivo de todo sistema penitenciario es integrar de forma exitosa a sus internos, pero lo que está pasando aquí es algo siniestro que debería llamar nuestra atención. Una cosa es el arrepentimiento y otra es actuar como si nada hubiese pasado.
Normalmente, cuando una persona ha tenido estos tipos traumas, lo último que quiere es llamar la atención, cumple su condena y se va donde nadie le conozca, en el caso de Gypsy, es obvio que ella lo disfruta, tiene hasta un equipo de maquillaje, la invitan a programas de televisión y la entrevistan como si hubiese ganado un Oscar o un Nobel.
Debemos establecer diferencias claras entre la empatía y el endiosamiento, en el caso de Rose, considero que lo que está pasando es algo que envía un mensaje erróneo a la sociedad, porque nuestros jóvenes están viendo que para ser reconocidos ya no hace falta obrar de forma correcta, sino todo lo contrario.
Últimamente, los medios de comunicación están creando un circo donde el león terminará comiéndose a los hijos de los productores y cuando ellos lo noten será demasiado tarde, porque no debemos ser activistas y promotores de los antivalores, tan solo por generar más ingresos.
Es lamentable que la joven en cuestión pasó por momentos muy difíciles, pero también es obvio que fue la mente maestra de un asesinato que terminó con dos vidas; la de su propia madre y la de su novio, ya que, difícilmente, él podrá salir con vida de esa cárcel. Ella no es una heroína como la quieren pintar.
Como futura mami, confieso que me siento preocupada y confundida porque el modelo actual del bien y el mal está totalmente distorsionado, lo que me ha llevado a pensar en el gran reto que tengo por delante, porque antes había un sistema efectivo de corrección, ahora es promover lo malo y disfrazarlo de orgullo.
Me despido diciéndole a mis lectores que aunque la guerra pareciese perdida, la victoria nos pertenece, los buenos somos más, el problema es que los malos hacen más ruido que nosotros.
Mahatma Gandhi dijo: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”.