Cuando acabe 2022 habrán pasado 10 meses y seis días desde que Rusia invadió Ucrania.
El conflicto está ahora mismo en punto muerto, aunque en este tiempo ambos bandos acumularon victorias y reveses.
Los rusos empezaron avanzando en varios frentes, pero Ucrania resistió y consiguió recuperar muchos territorios perdidos.
A las puertas de 2023, el curso de la guerra está lleno de interrogantes.
¿Prepara Rusia una nueva ofensiva? ¿Seguirá resistiendo Ucrania con la ayuda de Occidente? ¿Llegará un acuerdo de paz?
BBC Mundo repasa 4 momentos que definieron la evolución de la guerra en 2022 y que ayudan a comprender en qué punto llegan ambos bandos al nuevo año.
1. Inicio de la invasión y primeros avances rusos
Bajo el eufemismo de «operación militar especial» utilizado por Vladimir Putin, las tropas rusas invadieron Ucrania el 24 de febrero.
Primero se desplegaron por toda la zona norte y las áreas más cercanas a la capital, Kyiv. Varias ciudades importantes sufrieron bombardeos, como Járkiv, la segunda metrópolis más poblada.
En pocos días, el 2 de marzo, las tropas rusas capturaron la región y ciudad de Jersón, un punto estratégico en el sur.
Jersón es considerada «la puerta a Crimea», la península que Rusia se anexó en 2014 tras un referendo cuestionado por Occidente.
Su posición al oeste del río Dniéper permitía a Rusia crear un corredor terrestre entre Crimea y las áreas en poder de los separatistas respaldados por Rusia en Donetsk y Lugansk.
La ofensiva rusa tuvo un implacable éxito en el sur, pero en el norte se encontró con la feroz resistencia ucraniana.
Esta logró recuperar grandes zonas alrededor de la capital. A comienzos de abril, Rusia abandonó su avanzada hacia Kyiv, se retiró en el norte y centró sus esfuerzos en controlar el este y sur del país.
Su objetivo inicial parecía ser barrer todo el territorio ucraniano y derrocar a su gobierno, pero tuvo que rearmar su estrategia.
2. Concentración de la guerra en el este de Ucrania
La zona del Donbás en el este de Ucrania ya llevaba en conflicto desde 2014 con el enfrentamiento entre las fuerzas del gobierno ucraniano y los separatistas rusos.
En esta zona, comprendida principalmente por las regiones de Luhansk y Donetsk, vive una importante población rusófona y, antes de lanzar la invasión, Putin reconoció la totalidad de ambas como independientes de Ucrania.
En Donetsk, Rusia capturó la ciudad portuaria de Mariúpol, conectando así Crimea con todo el territorio que controla en el este.
Entre el fin de la primavera y el comienzo del verano, las tropas rusas consolidaron su dominio en esta zona.
A fines de septiembre, Putin anunció la anexión de alrededor de un 15% de Ucrania, incluyendo las regiones de Donetsk y Luhansk, además de Zaporiyia y Jersón en el sur, tras un referendo ampliamente cuestionado por la comunidad internacional.
Varios analistas interpretaron este movimiento como un intento de frenar las ayudas occidentales a tropas ucranianas, que para entonces empezaban a propinar importantes reveses en las fuerzas rusas.
3. La rápida contraofensiva ucraniana
La capacidad de sorpresa de la resistencia ucraniana ha sido una de las insignias de estos meses de guerra.
Primero forzaron la retirada rusa de Kyiv y luego protagonizaron una contraofensiva relámpago en que recuperaron buena parte del territorio perdido en los primeros meses de invasión.
Esta avanzada se dio sobre todo en el este y sur del país, donde Rusia había conseguido sus mayores conquistas.
A mediados de septiembre, Ucrania aseguró haber recuperado las ciudades de Izyum y Kupiansk, al este de Járkiv, dos centros logísticos utilizados por Rusia para suministrar a sus tropas del Donbás.
El factor sorpresa fue clave en los avances. Eso y el uso inteligente de armas occidentales, sobre todo plataformas de misiles de largo alcance británicas y estadounidenses, empleadas para destruir las líneas de suministro rusas, vertederos de municiones y puestos de comando.
El 11 de noviembre se produjo, quizás, el mayor éxito de la contraofensiva ucraniana, cuando recuperó la ciudad de Jersón y forzó la retirada de tropas rusas al lado oriental del río Dniéper, de clave acceso al mar Negro.
Además del significado estratégico, recuperar esta ciudad supuso un golpe de efecto para el ánimo ucraniano.
Jersón había sido la primera gran ciudad ucraniana tomada por los rusos y muchos vieron esta victoria como un posible «inicio del fin de la guerra».
4. Intensos ataques rusos y estancamiento de la guerra
Los avances rusos y ucranianos se han frenado en seco en las últimas semanas. El mapa militar de Ucrania apenas ha cambiado desde la recuperación de Jersón.
Desde entonces, las batallas más feroces se concentran alrededor de Bakhmut, en la región de Donetsk.
En el resto de posiciones, las fuerzas rusas parecen estar a la defensiva. La llegada del invierno ralentizó las operaciones ucranianas sobre el terreno, que ahora esperan por más armas occidentales.
Aunque no se produzcan avances militares, los ataques rusos contra las principales urbes ucranianas se han intensificado.
Los bombardeos provocan repetidos cortes de electricidad por el país y en Jersón, convertida de facto en la primera línea de fuego en el sur, sus residentes huyen pocas semanas después de haber sido liberada.
Este jueves, Ucrania dijo que Rusia había lanzado más de 120 misiles contra la población e infraestructura civil en varias ciudades.
Moscú ha negado repetidamente que los objetivos de sus misiles sea los civiles, aunque Putin sí ha admitido que sus tropas han impactado instalaciones energéticas.
¿Qué pasará en 2023?
En este punto, los analistas militares auguran varios posibles escenarios para 2023.
Para Michael Clarke, director asociado del Instituto de Estudios Estratégicos de la Universidad de Exeter en Reino Unido, la clave estará en cómo evolucione la ofensiva de Rusia en primavera.
Putin ha admitido la movilización de 50.000 nuevos efectivos y el alistamiento de otros 250.000 para el próximo año.
Será un nuevo desafío para la resistencia ucraniana, a la que varios expertos pronostican que podría consolidar aún más sus reconquistas sobre el terreno.
Sin embargo, no está claro qué victorias, o derrotas, podrían forzar a ambos bandos a intentar la paz.
«Para un posible acuerdo, las demandas de uno y otro lado deben cambiar. No hay evidencia de que haya sucedido o que vaya a suceder pronto», opina Barbara Zanchetta, del Departamento de Estudios de Guerra del King’s College de Londres.