En mi reciente viaje a España, como parte integrante de la delegación de la XIV promoción de maestrantes en Seguridad y Defensa, de la Escuela de Altos Estudios Estratégicos del Ministerio de Defensa de la República Dominicana, tuve la oportunidad de visitar el Museo Reina Sofía, en el centro de Madrid.
En el museo tienen una exposición de importantes obras del afamado pintor español Pablo Picasso. Me llamó mucho la atención el majestuoso mural intitulado Guernica, pintado en 1937, que es una recreación abstracta de los bombardeos aéreos ejecutados por la Luftwaffe hitleriana contra la ciudad española de Guernica, actual Gernika-Lumo, ubicada en el municipio de Vizcaya, en el País Vasco.
Observé que brotaban lágrimas de los ojos de algunos de los presentes, que miraban absortos la obra pictórica de Picasso. Fue aún más impactante cuando pregunté a una de las personas que cuida la obra por su valor económico, y me contestó, “No tiene precio, es un patrimonio nacional”. Entendí de inmediato el inconmensurable significado que tiene para el pueblo español los bombardeos contra la ciudad de Guernica, recreados con genial dramatismo por Pablo Picasso.
Los bombardeos contra Guernica, que ocasionaron miles de muertos y redujeron a cenizas el 70% de la ciudad, fueron ejecutados por la aviación nazi para apoyar las acciones bélicas llevadas a cabo por sectores militares españoles, encabezados por el general Francisco Franco, cuyo objetivo principal eran derrocar mediante un golpe de estado al gobierno de la Segunda República Española, dirigido por Manuel Azaña Díaz, que había sustituido en 1931 la monarquía de Alfonso XIII.
El 26 de abril de 2017 se cumplieron 80 años de los bombardeos. La prensa española testimonia que en esa fecha cientos de personas caminaron por las calles de Guernica en recordación a las víctimas de los bombardeos nazis. Luis Iriondo, un sobreviviente del bombardeo que tiene 94 años, recordó y dijo, «Nos cayó una lluvia de fuego, sangre y muerte».
Sabino Iza Badiola, otro sobreviviente de los ataques, hace una comparación con los acontecimientos de Siria, Libia, e Irak, y expresó: «si hubieran sufrido como yo, no harían cosas así», dijo refiriéndose a algunos dirigentes mundiales.