Dr. Rafael Molina Morillo, director de El Día.
“Sepa usted que siempre contará en mí a un amigo, pero recuerde siempre que represento a un pueblo digno de respeto”.
Con esas palabras dignas de un estadista cortés, pero al mismo tiempo valiente, pone en su puesto el presidente de México a su arrogante colega estadounidense Donald Trump, en una carta que le dirigió para notificarle que había decidido suspender su anunciada visita a los Estados Unidos.
¡Qué reconfortante sería ver a otros jefes de Estado latinoamericanos, entre ellos al nuestro, tratando así, de igual a igual, al pedante Trump como lo ha hecho el presidente azteca Enrique Peña Nieto.
Sobre todo le ha molestado a Peña Nieto la pretensión de Trump de que México comparta con Estados Unidos los gastos que conllevaría la construcción de un muro en la frontera entre esos dos países para frenar la inmigración entre ambas naciones.
Eso es una ofensa inmerecida, indebida y arbitraria, según Peña Nieto.
Concluye así el presidente azteca:
“México ha sido, es y será amigo incondicional del pueblo estadounidense, cuya historia y ética de trabajo respetamos y admiramos. Pero, toda amistad requiere primordialmente de comunicación y, sobre todo, de respeto.
Prefiero posponer mi visita hasta un momento en el cual su presidencia se haya asentado, los funcionarios en su administración hayan sido ratificados, y estemos en condiciones de encontrar solución a problemas que compartimos, preocupaciones que nos aquejan, y para trabajar juntos en el prometedor futuro que merecemos”.
¡Qué bueno es poder hablar así!
