El 2016 no ha sido el mejor año en el deporte dominicano.
Primero, por las luchas arduas y cruentas que se libraron entre entidades creadas para buscar su desarrollo.
Los intereses económicos fueron, y al parecer seguirán siendo, los factores fundamentales en esas guerras, que aunque tuvieron treguas aparentes, por lo bajo siempre se mantuvieron activas y con visos de conspiración.
Las contradicciones siempre traen luz, pero no se pueden traspasar los límites de la prudencia, porque se produce un caos que muchas veces es muy difícil de superar.
En 2017 las cosas tienen que cambiar por necesidad. Porque para nadie es un secreto que uno de los graves problemas que históricamente ha entorpecido el desarrollo del deporte nacional es la lucha de intereses que hace difícil que se puedan lograr acuerdos armónicos.
Si se quiere mejorar, se debe trabajar mancomunadamente en los sectores con incidencia en el sector.
Esta es una sociedad que está bastante dividida en todos los aspectos, y el deporte podría poner la primera piedra para que cambie radicalmente esa triste realidad. Que nadie se quede sin poner su granito de arena.