No sé si por pura casualidad en los últimos días hemos tenido gran presencia pública de los dos mejores -y más grandes- jugadores de baloncesto dominicanos: Hugo Cabrera y Antonio -Chicho- Sibilio. Al Horford ha alcanzado otra dimensión.
Los he visto y escuchado en los espacios Donqueando, Debate en Acción y Deportes en la Z (excusas si han ido a otros), y por los conocimientos que transmiten es fácil llegar a la conclusión sobre los motivos de su grandeza. Conocen el juego histórica y técnicamente y en esta época hubieran sido NBA.
Ambos jugaron en el Baloncesto Superior del Distrito y eran ídolos junto a muchos otros, cuyos nombres rebasarían por mucho el espacio de esta entrega. ¿Eh, Vinicio, Evaristo, Iván? Independientemente de las simpatías que despertaban los equipos representativos de clubes, todos los conjuntos tenían un jugador al que los fanáticos siempre querían ver.
Eran otros tiempos, pero pienso que se ha realizado poco esfuerzo por crear figuras atractivas en una disciplina que tanto gusta a los dominicanos y que se quedó sin ídolos. No puede ser que después de 40 años sigamos extrañando a Hugo y Chicho, quienes de paso han desmentido que fueran “enemiguitos”, simplemente se disputaban la grandeza.