Otra vez por la época las autoridades permitirán a bares y “colmadones” vender alcohol sin la usual hora de cierre. Pero falta que repitan, como el año pasado, que durante las fiestas de Navidad y fin de año pondrán empeño oficial para procesar ante la Justicia a padres de menores que les intoxiquen con alcohol.
Estos días siempre traen terribles desgracias por la barbaridad de poner niños o jovencitos a beber. Quienes pueden o son capaces de disfrutar sin problemas algún vino, cerveza o tragos son personas afortunadas, pues muchísimos bebedores padecen una incurable enfermedad mortal que, por ser socialmente aceptada, parece menos temida que otra drogadicción, el cáncer o el HIV/sida.
El alcoholismo es reconocido como una grave enfermedad por la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Médica Estadounidense.
Quienes insisten pretendiendo obligar a otros a beber, necesitan conciencia para dejar en paz a quienes disfrutamos vivir sobrios.
Y quienes peor aún den alcohol a menores bien merecen su condena judicial. Los demás, ¡disfruten y cuídense! ¡Felices fiestas!