Nunca me he sentido, ni me he deseado sentir, como un sociólogo del orden. Cómo podría serlo si lo que nos caracteriza es un orden de inequidad, de abusos, de injusticias y de ineficiencias. Pero de ahí a callar frente a manifestaciones resaltantes de indisciplina individual y colectiva hay una distancia.
En efecto, vivimos hoy en diversos espacios de la sociedad un crecimiento del “lumpenismo social”.
Es como si, por los meses de confinamiento y distanciamiento físico, se estuviera dando una reacción para exigir una apertura de las compuertas “liberadoras”.
En el país, e internacionalmente, se ha hablado de las experiencias de rebrote del virus responsable de la pandemia que abate al mundo. Pero ello no ha sido obstáculo para que se suavicen medidas que, en una u otra proporción, propiciarán el aumento del contagio. No ha importado la opinión de facultativos de la salud y del propio Colegio Médico.
Es verdad que la situación es sumamente difícil en el orden productivo, y que pequeños y medianos negocios están a punto de quebrar, pero otra ha debido ser la respuesta oficial a las presiones económicas.
Sobre el distanciamiento físico, los medios de comunicación han ofrecido información para que la ciudadanía se forme un juicio en torno a lo que está pasando en algunos hoteles turísticos o “resort”, en algunas zonas de bares o terrazas, en ciertas plazas o paseos. El deseo de “gozadera” ha hecho olvidar los riesgos.
Se ha dicho que los hoteles, para fomentar el turismo interno, han bajado hasta un 50%, medida que vemos bien, pero sobre la que no se debe perder de vista que puede ser una “invitación” al contagio.
En el presente tramo de la pandemia comienzan a emerger con fuerza nuevos actos de criminalidad y violencia. Ahí está el caso de la joven mujer rociada con “ácido del diablo” por su antigua pareja, así como variados hechos de asesinatos. Sobre el mal de la corrupción ha sonado la reciente venta de nombramientos en Salud Pública, así como los 4 casos de fraudes bajo el pasado gobierno, vinculados a programas sociales.
Ah, y no olvidemos la reapertura en los tribunales del caso Odebrecht, en torno al cual nos inquieta hondamente la inhibición de la procuradora Mirian Germán.
El momento actual alrededor de la pandemia es de gran expectación sobre su curso y en relación a lo que respecto a ella se haga. La pandemia ha servido para que afloren a la luz serios problemas de educación formal e informal en nuestra sociedad.
En estos momentos es decisiva la conducta correcta de la ciudadanía, y también lo es el papel del Estado, que no siendo poco lo que enfrenta, también debe emplearse a fondo como un Estado formador y reparador.