El 1.º de marzo de 1846 es nombrado otro general negro analfabeto a la Presidencia de Haití. Jean Batiste Riché gobernaría hasta el 27 de febrero de 1847.
El gobierno del general Riché fue de corta duración y los puntos de mayor trascendencia fueron la pacificación de la región sur de Haití, la terminación de la dictadura impuesta en 1844.
Su gobierno se destacó por tener ministros capaces y honestos que en el breve tiempo de su desempeño crearon una administración beneficiosa para el país. Murió el 27 de febrero de 1847 mientras efectuaba una gira por el norte del país.
Elección de Soulouque.
Cuando el 1.º de marzo de 1847 se reunió el Senado para nombrar al sucesor del presidente Riché, dos generales aparecían como favoritos para obtener la Presidencia: Jean Paul y A. Souffront.
Después de 8 rondas de votaciones ninguno de los dos pudo obtener mayoría.
Beauhun Arboin, presidente del Senado, al ver que no se ponían de acuerdo sugirió a la persona que en cada una de las rondas había obtenido solamente un voto, su proposición levantó interés en todos los miembros del Senado, ya cansados de tantas votaciones.
Este general, también anciano y analfabeto, era nada menos que Faustín Soulouque, mejor conocido como: “Bonhomme Coachi”, “el pobre Coachi”.
Cuando la comisión del Senado lo visitó para informarle que había sido escogido como Presidente de la República, Soulouque estaba en su hamaca y pensaba que estaban tomándole el pelo con una broma de mal gusto. Cuando los comisionados insistieron y “el pobre Coachi” se dio cuenta que la cosa era en serio dijo.
“¡Si soy nombrado Presidente sabré comportarme como jefe!”. No solo llegó a ser Presidente, sino Emperador.
Soulouque había sido esclavo en 1792, obtuvo la libertad del general Rigoud en 1793, participó en todos los combates de importancia que sucedieron en Haití, distinguiéndose por su valor, modesto e indiferente políticamente, razón esta por la cual el anterior presidente Riché lo había nombrado Comandante de la Guardia Presidencial. Soulouque, al igual que todos los generales Presidentes que le habían sucedido desde 1844, eran analfabetos.
A los pocos meses de gobierno de Souloque se iniciaron conspiraciones de parte de la élite política y las mismas fueron sofocadas con una temible represión.
El sur también se levantó y el mismo Soulouque dirigió una terrible matanza. Cuando regresó a Puerto Príncipe ya triunfador el país “estaba tranquilo, pero con un silencio de tumba”. (Justin Bouson).
Soulouque inició inmediatamente la campaña para atacar a República Dominicana, y sus ejércitos hicieron que el presidente Jiménez tuviera que abandonar el poder y subió a la primera magistratura el presidente Buenaventura Báez. Báez era un avezado político, durante la dominación haitiana había sido senador representando la parte este de la isla. Conocía como el que más la política del momento.
Sus relaciones con Francia estaban en el más alto nivel; el Rey había sido compañero de estudios y sabía de las capacidades de Báez.
Estableció un tratado de comercio, amistad y navegación, reconociendo formalmente la independencia al país; oficiales militares franceses instruyeron a la marina y ejército dominicano, proveyéndolos de modernos armamentos y vituallas. Nunca el ejército y la marina dominicana habían estado mejor preparados. La regla del juego cambió inmediatamente.
El país comenzó a ser respetado por los haitianos, a tal punto que una operación militar ordenada por Báez sembró el terror y el desconcierto en las poblaciones haitianas, llegando la marina dominicana a incendiar varias poblaciones haitianas, ya la “pava no ponía en el mismo sitio”. Soulouque entendió bien el mensaje. (ver “Buenaventura Báez”, de José Báez Guerrero). Soulouque creó una mascarada de imperio con una numerosa corte de bufones. Una de las historias más risibles de la singular Corte fue que era dirigida por un maestro de ceremonias.
En una ocasión el maestro dijo: “El emperador se está riendo, ¡ríanse!”: la corte respondió: ja,ja,ja,ja.