Gobierno tendrá que pasar del storytelling al storydoing

Gobierno tendrá que pasar del storytelling al storydoing

Gobierno tendrá que pasar del  storytelling al storydoing

Periodista Luis García

Aunque en realidad no entra en el campo de una figura retórica de la discursiva política, el storytelling forma parte de las técnicas a que recurren muchos gobiernos para agenciarse empatía con los gobernados a través de la narración de iniciativas que consideran les resultarán agradables a sus sentidos.

Asumiéndose una marca, la administración que encabeza el presidente Luis Abinader ha tratado, en poco más de cuatro meses que lleva al frente de los destinos del pueblo dominicano, de crear vínculos con una población que sobrevive económicamente a duras penas ante el severo embate del coronavirus Covid-19.

En ese sentido, el Mandatario se vende con sencillez, habla con la prensa más de lo recomendable y se erige como el abanderado de la lucha anticorrupción, entre otras movidas para construcción de una percepción positiva.

Hace mucho tiempo que las empresas vienen, utilizando técnicas del marketing, sacando provecho del storytellig, desarrollando narraciones para sumarse clientes. Naturalmente, esto representa elevadas inversiones para las grandes corporaciones, lo cual sopesan frente a la necesidad de mantener esos vínculos emocionales indispensables en el objetivo conservar la fidelidad de sus audiencias.

En el caso de la política no ocurre exactamente lo mismo, dada la complejidad de esta actividad: actores diversos, la dificultad de gobernar con economías deficitarias y la existencia de redes sociales que explotan situaciones que en cualquier momento podrían erosionar las percepciones positivas logradas por cualquier administración gubernamental.

Y es en ese contexto que el Gobierno iniciará el 2021. Todo apunta a que será un año en el que no bastarían las narraciones de storytelling, sino que tendrá que dar paso al storydoing, que obliga a hacer las cosas. La cuestión es que la presente administración no cuenta con mucho margen para atender las enormes demandas y exigencias sociales de la población.

Ahora necesitará de políticas de comunicación debidamente definidas, que sirvan de punto de referencia y direccionamiento para lograr una percepción positiva de corto y mediano en las audiencias, incluyendo la interna en el Partido Revolucionario Moderno (PRM), organización que sigue dando notaciones de reflujos de inconformidades por empleos.

Hasta el momento las políticas de comunicación no han sido el punto fuerte de la gestión del presidente Abinader, entendidas éstas como el conjunto de lineamientos que han de servir de referencia a las decisiones y actuaciones de relativas a los procesos comunicativos.

Esto significa crear criterios y marcos de actuación a ser aplicados en todos sus niveles jerárquicos, a fin de convertirse en pautas de comportamiento obligatorio e innegociable.

Las políticas de comunicación dictan las señales de lo que un gobierno desea comunicar, cómo lo debe hacer y a través de qué canales. Mediante las mismas, se establece cómo espera el Gobierno que se realicen las cosas, pero no desde un punto de vista operativo, como sería un manual de funciones, o la descripción de tareas, sino que tiene una perspectiva superior que debe permitir más allá de una descripción de actividades. Uno de sus aportes radica en que unifican el lenguaje como método directivo esencial para ayudar a los recursos humanos a trabajar juntos, formando una administración gubernamental con mayor potencial de éxito.

Las políticas de comunicación son transversales en el quehacer cotidiano, de lo que se infiere que el Gobierno dominicano tiene todavía un gran trecho de aprendizaje por delante. En el año 2021, la administración y del presidente Luis Abinader tiene el desafío de hacer el “crossover” del storytellig al storydoing; si se queda en el camino, corre el riesgo de perder confianza y credibilidad en la población.