Daris Javier Cuevas
Las economías de los diversos países cada vez reflejan y apuestan a un alto grado de operar entrelazadas entre sí, una con la otra, lo que en potencia engendra un detonante que ha sido determinante para la confianza en los negocios y el comercio internacional, por lo que el mundo se ha convertido en una aldea global, en donde cada país tiene la necesidad de intercambiar bienes y servicios con los demás se convierte en la principal fuente de existencia.
Pues esta es una razón poderosa para el fomento de las relaciones económicas internacionales, tanto bilaterales, así como multilaterales y que tienden a conectarse con el resto del mundo.
Es bajo tal enfoque que se entiende que la evolución de los mercados internacionales, la política económica, los negocios, las inversiones, en fin, todo lo que conecta de una forma u otra que por algún motivo genera un tipo de interés y eso es lo que ha dado como resultado la apertura de la economía global.
En efecto, los grandes cambios globales han arrastrado consigo el desmonte de antiguas estructuras que maniobraban la economía mundial, la apertura de fronteras, la necesidad de crear estructuras que conecten un país con otro, pero en la actualidad la necesidad de una cohabitación armónica en lo comercial y financiero ha impulsado nuevos esquemas de interrelacionarse.
En la actualidad, las relaciones económicas internacionales se han convertido en el verdadero vehículo que está conduciendo al mundo a conectarse de manera directa, instantánea y efectiva donde el idioma y las creencias religiosas no son obstáculos para que las diferentes naciones establezcan intercambios comerciales, económicas, sociales y culturales.
Por tales razones, se puede afirmar que esto ha venido incidiendo en el crecimiento económico y las aspiraciones de desarrollo económico y social a escala planetaria en la medida en que se mitigan las perturbaciones que históricamente se convirtieron en un muro entre los países, derribados por el desarrollo de la tecnología.
La dimensión y reorientación que han venido registrando las relaciones económicas internacionales explican en una alta proporción el interés por una mayor y mejor interconexión social, comercial y económica, que de manera directa son las ramas responsables que involucran las diversas ramas de la economía de los diferentes países, las cuales se vinculan por el intercambio comercial.
No obstante, la intensidad de la apertura a escala mayúscula en que se encuentran las economías, también ha engendrado el fenómeno de la volatilidad, la cual se ha traducido en la principal fuente de riesgo a escala planetaria, situación que ha venido impulsando la inestabilidad de precios de forma descomunal, brutal y desproporcionada.
Como subestimar que la volatilidad es un proceso inherente a los diferentes mercados con participación en los disímiles instrumentos financieros con elevada cotización, haciendo esto que los riesgos estén incrustados en cada operación que dinamiza los mercados financieros. La volatilidad como fenómeno inherente de los mercados tiene presencia en los procesos de negociaciones, las inversiones y se acelera en los procesos electorales y los desequilibrios macroeconómicos.
Los procesos de volatilidad impactan de manera directa en los mercados financieros impulsando los diferentes riesgos financieros, fruto de la dinámica financiera en que se desenvuelven la mayoría de los mercados financieros y la gestión de riesgo, que en el pasado eran desconocidos e inaplicados.
Un ejemplo del día a día es el riesgo crediticio que ocurre en las diferentes entidades bancarias como resultado de que existe la posibilidad de que los deudores puedan incumplir con los compromisos asumidos, que al agudizarse desencadenan en crisis en los mercados bancarios, impactando en el sistema financiero en general haciendo de este un riesgo sistémico que deteriora la actividad económica y la economía en sentido general.