Siempre pensé -y así se vendió- que la férrea disputa por el primer lugar entre Gigantes y Licey era, más que por el millón de pesos, por lograr el primer turno en el sorteo de jugadores nativos.
Seleccionar primero representa escoger la pieza más importante disponible en cada ronda, siempre acorde con las necesidades deportivas del equipo, pero sin perder de vista que se debe evitar que el rival se fortalezca demasiado.
Eso fue lo que pasó cuando los Gigantes en su primera selección ficharon al jardinero Aneury Tavárez y dejaron abierta la oportunidad para que el Licey escogiera al cerrador Wilfin Obispo, único punto dudoso que presentaba el conjunto azul.
Tavárez pudo ser seleccionado en otra ronda, porque sólo a los Gigantes le interesaba ese jugador, ya que todos los conjuntos fueron a buscar picheo. Poco sirvió, «deportivamente», aquel juego ganado por los Gigantes en oficina por el mal uso del jugador Juan Miranda, ya que los Tigres hicieron la mejor selección.
Se sabe que Jeurys Famlia asumirá el rol de cerrador de los Gigantes, pero con actuación limitada en cantidad de picheos y entradas, lo que hace pensar que la presencia de Obispo era oportuna para fortalecer el relevo de atrás, que nunca sobra.
¿Dinero? ¡Lo dudo! Justo es destacar que Ismael Cruz, el gerente de los Gigantes, pasó la prueba al clasificar en primer lugar en su primera experiencia en el puesto en la pelota dominicana. Sobre la no contratación de Obispo me anticipo a señalar que fue un error que solo el tiempo y los resultados le podrán otorgar o quitar la razón. La suerte está echada… ¡Nos pechamos!